Agresividad en niños de 4 a 5 años

Agresividad en niños de 4 a 5 años

¿Estás preocupado porque tu hijo tiene numerosas conductas agresivas? No eres el único. Estas situaciones son demasiado comunes en nuestra sociedad y requieren un análisis completo que permita realizar un buen diagnóstico diferencial. En algunos casos la agresividad forma parte de la normalidad y con el seguimiento de determinadas pautas de conducta, la agresividad se verá disminuida, pero en otras ocasiones, la agresividad enmascara otro tipo de patología o trastorno.

De ahí la importancia de una buena evaluación para determinar cuáles son las causas de tu caso en concreto. En este artículo de Psicología Online te contamos cómo actuar ante la agresividad en niños de 4 a 5 años.

Comportamiento agresivo en niños de primaria

Aunque nos parezca extraño, la agresión es una parte normal del desarrollo de un niño. Muchos niños agarran juguetes de sus compañeros de clase, golpean, dan patadas o gritan continuamente.

Un niño de esa edad está aprendiendo en todo momento nuevas habilidades, de todo tipo: cognitivas, manuales, sociales, etc. Cada nuevo aprendizaje le supone un nuevo reto y si se siente sobrepasado o frustrado puede acabar arremetiendo contra un compañero de juegos o cualquier persona cercana. Si tu hijo se encuentra en una situación novedosa, a la que necesita adaptarse y en algún momento se siente mal, su forma de reaccionar podría ser agredir a un niño que esté cerca (si lo hay).

Otras veces, simplemente puede sentirse cansado o cabreado. Y al no poseer otra estrategia de afrontamiento, responde con conductas agresivas.

Incluso aunque ya va al colegio y consideramos que debe controlar sus respuestas, un problema de aprendizaje puede dificultarle escuchar, centrarse en una actividad, leer… obstaculizando su rendimiento en la escuela y causándole frustración. Además, cualquier evento en su vida como el divorcio de sus padres o una enfermedad en la familia puede provocarle tal dolor que no sepa manejarlo y emplee la agresividad como respuesta.

Sea cual sea la causa de la agresividad de tu hijo, es probable que supere esa fase agresiva a medida que se vaya volviendo más hábil en su capacidad de comprensión y lenguaje para solucionar los problemas que aparecen en la vida. La clave es mostrarle que obtendrá mejores resultados de esa forma que usando la agresividad.

¿Cómo debo actuar ante la agresividad de mi hijo?

  • Sé un ejemplo: no importa lo cabreado que estés, intenta no gritar, ni pegar y evita decirle a tu hijo que es malo. La mejor forma de enseñarle a cambiar su comportamiento es siendo un ejemplo para él y mostrándole que la agresión física y verbal se hacen cuándo uno está fuera de control y que hay que evitar llegar a ese extremo. Por eso un buen ejemplo es que te controles en situaciones en las que estés cabreado y actúes de forma calmada. Si es necesario, tómate un tiempo.
  • Fija un plan y síguelo: en la medida de lo posible responde de la misma forma ante conductas agresivas. Cuánto más predecible seas, antes establecerás un patrón que tu hijo puede reconocer y esperar ante determinadas circunstancias. Finalmente, tu hijo sabrá que determinadas conductas que no son adecuadas tendrán sus consecuencias y que si no quiere sufrirlas deberá controlarse.
  • Responde de forma rápida ante la conducta agresiva: cuando tu hijo está agresivo trata de responder con rapidez. Es muy importante hacerle saber que lo que ha hecho está mal de forma inmediata. Puedes sacarlo de la situación en la que está por un tiempo breve. Por ejemplo, para un niño preescolar 3 o 4 minutos puede ser suficiente. En el caso de un niño mayor se puede considerar adecuado quitarle un privilegio como consecuencia de arrebatos agresivos: menos tiempo de televisión, de juego…

El objetivo es que asocie su comportamiento con las consecuencias y descubra que si golpea o grita, se perderá algo que le gusta.

  • Habla con tu hijo: es bueno esperar a que tu hijo esté más relajado y hablar con calma sobre lo sucedido. El momento más adecuado es aquel en el que ya está calmado, pero antes de que se olvide lo sucedido. Pregúntale si puede contarte por qué lo hizo, el desencadenante. Es importante saber cómo resolver un conflicto de manera asertiva y mediante un buen diálogo.

Explícale que es natural enfadarse algunas veces, pero eso no justifica conductas inadecuadas: morder, golpear, empujar o dar patadas. Se trata de enseñarle a reconocer y comprender sus emociones aprendiendo otras formas de expresarlas.

  • Enseña responsabilidad: si la agresividad de tu hijo ha dañado cosas de otras personas debería ayudar a arreglarlo. Se trata de que si ensucia algo lo limpie. Si lo rompe, que pegue sus partes, etc. No califiques estas acciones como un castigo sino más bien como una consecuencia natural del acto agresivo.

Además, debes asegurarte de que tu hijo comprende que tiene que decir lo siento cuando sobrepasa los límites.

  • Refuerza el comportamiento adecuado: en vez de prestarle mucha atención cuando se comporta mal, trata de hacerlo cuando hace las cosas bien. Dile lo orgullosa que estás de él. Muéstrale que el autocontrol y la resolución de conflictos son más satisfactorios y que pegar es el peor resultado posible. Sería interesante usar un calendario pegado en el frigorífico o cualquier lugar visible de la casa, dónde las recompensas son pegatinas en los días donde ha podido controlar su temperamento de forma adecuada.
  • Controla el tiempo “frente a la pantalla”: es importante que intentes controlar los programas y videojuegos que ve tu hijo. En muchas ocasiones, programas que a priori parecen adecuados muestran estrategias inadecuadas para niños: gritos, agresiones…

¿Debo pedir ayuda?

Algunos niños tienen más problemas con la agresividad que otros. Si la agresión es un comportamiento frecuente y grave en tu hijo y, si además interfiere con la escuela u otras actividades importantes en la vida de un niño de su edad, consulta a un especialista.

En ocasiones, un trastorno de aprendizaje o de conducta no diagnosticado se encuentra detrás de la frustración y la ira. Otras veces, el problema está relacionado con dificultades familiares o emocionales.

Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.

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