Cómo afecta el estrés al sistema nervioso

Cómo afecta el estrés al sistema nervioso

Las circunstancias cambiantes del entorno y a lo largo de la vida, nos demandan un ejercicio constante de adaptación al medio que, tienen diferentes repercusiones en las personas. Los individuos tratamos de conseguir un equilibrio entre los beneficios y los costes que nos supone tal adaptación, ante situaciones que nos generan malestar. Este proceso, diferente en cada sujeto, se realiza tanto en el ámbito interno, como en el externo. Y el estrés no sería más que la primera señal de reacción frente a una alarma desencadenada por una amenaza que estamos detectando (a nivel nervioso en la amígdala). En este artículo de Psicología-Online veremos cómo afecta el estrés al sistema nervioso.

La reacción de estrés

El estrés se define como una reacción particular entre las demandas de una situación y los recursos de afrontamiento de los que dispone una persona, dónde se establece una relación entre ambos factores. El estrés es un proceso psicológico que se activa cuando se percibe algún cambio en las condiciones ambientales y su función es la de preparar al organismo para dar una respuesta adecuada a tales cambios (Fernández Abascal, E., et als., 2010). El individuo valora como la demanda desborda su capacidad para afrontarlo (Steptoe & Ayers, 2005) o bien estima qué puede hacer por conseguir sus objetivos y si esto es suficiente para superar los obstáculos que se presentan.

La respuesta fisiológica al estrés involucra mecanismos complejos y dinámicos de retroalimentación entre los sistemas neuroendocrino, cardiovascular, metabólico e inmune (McEwen & Karatsoreos, 2012; McEwen & Seeman, 1999). Todos ellos preparan a la persona para afrontar la situación escapando, afrontándola o inhibiéndose y permaneciendo bloqueado o improductivo.

A nivel interno se produce una reacción que implica una red neurobiológica que actúa en la detección de los estímulos que desencadenan el estrés.

Las fases del estrés

La situación de amenaza que genera estrés, puede ser puntual o bien prolongarse en el tiempo. En este segundo caso, se produce una reacción en escalada en la que el organismo va a tratar de conseguir el máximo de energía.

  1. Va desde la una fase inicial de alarma, cuando se detecta la presencia del estresor.
  2. De persistir, pasaría a una segunda fase de adaptación o resistencia, durante la cual el cuerpo del sujeto ofrece una gama de respuestas que tratan de buscar el equilibrio u homeostasis (ese en el que nos encontramos habitualmente, en condiciones normales) en un proceso que se denomina alostasis (procesos endógenos desencadenados para mantener la estabilidad a través del cambio sufrido). Es un proceso fundamental mediante en el que el organismo se ajusta activamente a eventos predecibles e impredecibles. Permite buscar un equilibrio dinámico.
  3. Si se prolonga, el organismo entra en una tercera fase de agotamiento y, aquí es cuando surgen alteraciones y patologías relacionadas con el estrés crónico.

La respuesta del estrés en el sistema nervioso autónomo

La respuesta al estrés tiene mucho que ver con el sistema nervioso de los vertebrados, concretamente con el sistema nervioso autónomo. Ante una amenaza percibida, parte de este sistema se activa y parte se inhibe.

Sistema nervioso simpático

La parte que se activa es el sistema nervioso simpático. Su origen está en el cerebro, pero sus proyecciones irradian desde la médula espinal y contactan casi todos los órganos, vasos sanguíneos y glándulas sudoríparas del cuerpo. Este sistema se activa durante lo que nuestro cerebro considera una emergencia. Modula nuestra activación, como un sistema de emergencia. Su activación aumenta:

  • la vigilancia
  • la motivación
  • una estimulación general

Cuando se activa este sistema, el hipotálamo desencadena la aceleración de las glándulas suprarrenales, que liberan catecolaminas: adrenalina y noradrenalina, que juegan un papel importante como neurotransmisores (las que nos interesan en este caso). Esta es una activación rápida del llamado eje SAM (Simpático-Adreno-Medular).

Sistema nervioso parasimpático

La otra mitad del sistema nervioso autónomo, el sistema nervioso parasimpático, que en este proceso de alarma, para coadyuvar al correcto funcionamiento del primeo, se ve inhibida. Este sistema media las funciones vegetativas que promueven el crecimiento y el almacenamiento de energía. En dicha red se encuentran el tálamo, la corteza sensorial y la amígdala (que ha desatado todo el proceso de alarma). La actividad de esta última es moderada por dos influencias inhibitorias: el hipocampo y la corteza prefontal.

  • El hipocampo ejerce un control inhibitorio basado en aprendizajes previos y la memoria.
  • La corteza pre-frontal lo hace basada en funciones ejecutivas, como la atención y la meta-cognición.

Así, la amígdala, el hipocampo y la corteza forman una red de detección para amenazas ambientales (Danese et al., 2009).

En el siguiente gráfico se puede observar ambos sistemas y las funciones que desempeñan, de manera muy resumida.

Imagen: Enciclopedia Encarta, Microsoft Corporation (2009).

Efectos del estrés en el cerebro

Simultáneamente, el estrés aumenta la actividad de otras estructuras a nivel encefálico, como preparación ante futuras demandas: la del eje HPA (hipotálamo-hipofisiario-adrenal), tal y cómo se muestra en el gráfico que sigue.

Permite resolver situaciones de estrés a corto plazo ante una amenaza a través del siguiente proceso:

  1. En primera instancia el hipotálamo segrega una hormona (corticotropina o CRH).
  2. Esta hormona estimula la glándula pituitaria para que libere adrenocorticotropina (ACTH).
  3. Esta provoca que las glándulas suprarrenales segregen tres tipos de hormona más: adrenalina, noradrenalina y cortisol.
  4. La adrenalina y la noradrenalina aumentan nuestra presión sanguínea y el ritmo del corazón, desvía el riego sanguíneo del sistema gastrointestinal a los músculos y agilizan el tiempo de reacción.
  5. El cortisol libera azúcar de los depósitos fisiológicos para dotar de energía inmediata al cuerpo. El cortisol sirve, en el supuesto de heridas o lesiones, para prevenir inflamaciones. Los músculos reciben un suministro sanguíneo y de combustible extra aumentando nuestra fortaleza, la mente se activa y logra una mayor concentración, en aras de conseguir restaurar el equilibrio, la homeostasis o buscar la superviviencia del organismo.
Imagen: Clínica EOS

Efectos del estrés en el sistema nervioso

El estrés, sea positivo (eustrés) y negativo (distrés), aumenta la actividad del eje HPA, pudiendo provocar efectos opuestos en el organismo; bien permitido una efectiva adaptación a nuevas situaciones, potenciando además las funciones cognitivas y la consolidación de memorias que le permitirán al individuo anticiparse a futuras situaciones displacenteras. Aunque si se ven superadas las demandas, la sobre-actividad fisiológica consigue restituir la homeostasis sin consecuencias para la salud del individuo, habrá tenido consecuencias en futuras situaciones análogas. Por el contrario, cuando la respuesta de estrés es inadecuada y se ve imposibilitada la reinstauración de la homeostasis, la sobreactividad del eje HPA puede provocar efectos desadaptativos, como el deterioro cognitivo o el desarrollo de diversas psicopatologías asociadas (Deppermann et al. 2001), algunas de las cuáles indicaremos a continuación.

Consecuencias del estrés crónico

Los elevados niveles de glucocorticoides en el torrente sanguíneo pueden provocar efectos adversos en la fisiología de las neuronas y sus ramificaciones, incluso de naturaleza tóxica para las mismas, provocando cambios en el sistema nervioso. Los cambios estructurales y funcionales provocados por el estrés crónico en el encéfalo conllevan trastornos en el estado de ánimo y en las respuestas en el comportamiento y fisiológicas (Hroudová et als., 2010). Dentro de los principales efectos adversos se encuentran:

  • Inhibición en la captación de glucosa (fuente energética) por parte de las neuronas, alterando y deteniendo su crecimiento.
  • Incremento de la neurotoxicidad: la respuesta de estrés desencadena una cascada bioquímica en la sinapsis neuronal, principalmente en el hipocampo y la corteza prefrontal, ocasionando una sobreactividad que provoca en las neuronas degradación citoesquelética (soporte de la estructura interna, transporte de nutrientes y otras sustancias neuronales, tráfico y división celular) malformación de proteínas y la generación radical de oxígeno, induciendo atrofia e incluso la muerte neuronal.
  • Disminución en la expresión de los factores bioquímicos en regiones como el hipocampo y la corteza pre-frontal y un aumento en la amígdala (Deppermann et al. 2001). El hipocampo, la amígdala y la corteza pre-frontal son estructuras propensas a sufrir remodelaciones, cuyo potencial reversible o no, dependerá de la duración de los estresores y las sustancias neuroquímicas que se hayan liberado, con efectos no solo a nivel cognitivo, sino también influyendo en la regulación emocional, del comportamiento y las funciones neuroendócrinas del organismo (Radahmadi et als., 2014).

Estrés prolongado: algunos efectos en el hipocampo y sus funciones

El hipocampo es una de las estructuras encefálicas más sensibles y propensas a sufrir remodelaciones, debido la alta concentración de receptores de glucocorticoides que posee, y al papel que desempeña en el aprendizaje, y en la consolidación y evocación de la memoria declarativa (Finsterwald et als, 2014). Desempeña un papel estructural en la creación de nuevas memorias, consiste en el fortalecimiento de conexiones neuronales preexistentes, volviéndolas más excitables y potenciándolas para que puedan perdurar (a largo plazo). Aunque no almacena recuerdos, propicia redes que permiten asociar experiencias previas y patrones de activación evocadores de distintos recuerdos, de manera inmediata.

Niveles normales de glucocorticoides facilitan la plasticidad del hipocampo, la potenciación a largo plazo y promueven estructuras nuevas (Gómez et als., 2006). En el corto plazo, el estrés provoca la llegada de más oxígeno y glucosa al encéfalo aumentando así su nivel de actividad y permitiendo una mejor potenciación a largo plazo, haciendo que sea más fácil recordar y almacenar información. No obstante, si el estresor se cronifica, los niveles de glucosa y oxígeno disminuyen, comienzan a visualizarse atrofia y reestructuración por parte de las neuronas del hipocampo, así como la inhibición en los procesos de creación de nuevas conexiones, sufriendo el individuo problemas de memoria (al menos en modelos animales (Ronzoli, 2017, corroborando estudios previos de McEwen). La exposición a condiciones adversas, en animales, eventualmente induce daños estructurales (disfunción, atrofia y muerte neuronal) y funcionales (que producen la remodelación de sus circuitos, una reducción general de su volumen, producida principalmente por los efectos tóxicos de los glucocorticoides. Algunos efectos son reversibles en ausencia del estresor.

Dado que regula la actividad del eje HPA y la consolidación de ciertos aspectos de la memoria, su deterioro, producto de la exposición crónica a situaciones estresantes, puede incidir en la memoria episódica, declarativa, contextual y espacial, afectando la habilidad del individuo para procesar información en nuevas situaciones y tomar decisiones apropiadas. Además, afectar a la capacidad de alterar la actividad del eje HPA, limitándola y prolongando la secreción de glucocorticoides al torrente sanguíneo.

Efectos del estrés prolongado en la corteza pre-frontal y en sus funciones

La corteza prefrontal presenta una reducción general en su tamaño, producto de cambios estructurales y funcionales de sus neuronas, relacionados con la exposición prolongada a los glucocorticoides. No obstante, mientras el estrés crónico produce una reducción en las espinas dendríticas de su corteza medial, en su región orbito-frontal, muestra crecimiento de las mismas (McEwen et als., 2010). Esta diferencia interfiere en la capacidad de la corteza pre-frontal para terminar la respuesta fisiológica de estrés, manteniendo (por defecto) la actividad del eje HPA aun en ausencia del estímulo estresor más tiempo del necesario, acrecentando los efectos nocivos (Arnsten, 2009). Estos cambios experimentados en las conexiones sinápticas tienen como consecuencia una disminución general de las funciones ejecutivas (déficit en la toma de decisiones, baja autorregulación emocional y disminución en la focalización atencional) afectando las capacidades de afrontamiento del individuo. Además, en modelos animales se aprecia una disminución en el rendimiento de la memoria de trabajo y en el condicionamiento del miedo (mediante el cual pueden reconocerse amenazas presentes en el medio ambiente).

En suma, este prolongado afecta la relación de la neuronal entre la corteza prefrontal y el hipocampo, interfiriendo en una correcta consolidación de nuevas memorias (Arnsten, op. cit.).

Efectos del estrés crónico en la amígdala y sus funciones

En el caso de la amígdala, el estrés incrementa su actividad neuronal y las conexiones con otras regiones del encéfalo. Este hecho provoca que se aviven en los individuos respuestas aumentadas de agresividad, miedo y ansiedad. Como consecuencia, los hace más susceptibles de presentar alteraciones del comportamiento y emocionales más complejas o de mayor gravedad (depresión). Estas modificaciones son más duraderas en las estructuras antes comentadas, con menor reversibilidad o recuperación, incluso en ausencia del estímulo (Pittenger et als., 2008).

Resumen del efecto del estrés en el sistema nervioso

En suma y de manera muy resumida, dada la complejidad de las estructuras implicadas, podemos decir que el estrés es una reacción que prepara al organismo ante una amenaza, por tanto, tiene un carácter adaptativo, al tratar de crear un estado de alarma que favorezca la supervivencia y, ayude a afrontar situaciones de adversidad que afectan al individuo. En niveles óptimos posibilita la adaptación a diversas situaciones o amenazas, potenciando las funciones cognitivas, haciéndolas manejables y conservando la salud.

En un grado elevado o prolongado en el tiempo, puede llegar a tener un efecto más duradero sobre la estructura neuronal y la capacidad de reestructuración de la misma, mayor en el caso del hipocampo, la amígdala o la corteza pre-frontal. En este caso, las capacidades de afrontamiento del individuo, alteradas, incrementadas – con dificultad para recuperar el equilibrio deseable -, se potencian e indirectamente perpetúan los efectos nocivos, incidiendo de manera negativa pudiendo propiciar la aparición de enfermedades y el deterioro general del organismo.

Directamente, como consecuencia tiene un importante potencial de provocar alteraciones en el comportamiento de los sujetos. Es importante destacar la variabilidad de situaciones, la diferencia entre los individuos y las repercusiones en su salud, que se ve modificada por la evaluación cognitiva que el individuo realice y el bagaje socio-genético-cultural que ha adquirido a lo largo de su vida. Es conveniente que a la hora de encontrarse ante circunstancias que ponen en amenaza la supervivencia o capacidad de resistencia se recurra a un especialista. Este proporcionará un tratamiento individualizado, identificando las reacciones propias de cada sujeto frente a estímulos estresantes y aconsejando o promoviendo la forma de afrontar dichas situaciones, con la finalidad de poder minimizar los efectos fisiológicos y permitir un mejor bienestar físico y psicológico.

Esta asistencia le ayudará, en la medida de lo posible, a adquirir control sobre el estrés y sus consecuencias, tratando de buscar los mayores beneficios para la persona y logrando disminuir el deterioro al que son sometidos los individuos. En el siguiente artículo encontrarás información sobre cómo trabajar y reducir el estrés.

Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.

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Referencias
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