Cómo dejar de ser una persona tóxica

Cómo dejar de ser una persona tóxica

¿Crees que tu comportamiento es tóxico? ¿Sientes que dañas a las personas que están a tu alrededor? ¿No sabes cómo actuar o comportarte para no herir a los demás? Para dejar de ser una persona tóxica detecta tu necesidad y aprende a satisfacerla de forma sana y responsable. Trabaja tu autoestima para dejar atrás el narcisismo y egoísmo.

Si crees que no estás actuando de forma empática con tu entorno y te preocupa ser una persona tóxica, en este artículo de Psicología-Online te explicamos cómo dejar de ser una persona tóxica y cómo detectar comportamientos negativos hacia otros y hacia ti mismo/a para poder mejorar tus relaciones personales.

Por qué soy una persona tan tóxica

Si consideras que eres una persona tóxica, ya sea porque así te lo han expresado allegados o porque sientas que algo no va bien en tus relaciones, es importante que tengas claro los conceptos en los que se basa la personalidad tóxica, para que puedas ver si te sientes identificado.

Si buscamos en cualquier lugar la definición de persona tóxica nos encontramos con una explicación consensuada similar a esta: “Persona egoísta y/o narcisista que afecta a las personas que le rodean.” Si tomamos esto como base de la personalidad tóxica, hay dos características importantes a tener en cuenta: el egoísmo y el narcisismo.

Cuando nos planteamos estos dos términos es muy poco probable que tengamos la capacidad de reconocérnoslos, ya que en contraposición se necesita humildad para reconocer las cualidades que consideramos menos favorables en nosotros mismos.

Egoísmo

Cuando pensamos en el término egoísmo automáticamente lo calificamos como negativo, derivando a pensamientos de actitudes déspotas, soberbias, etc. pero la definición de egoísmo tiene más dimensiones de las que conocemos. Existen tres tipos de egoísmo con la misma función primaria de satisfacer nuestras necesidades. La diferencia entre cada uno de ellos radica en cómo esta necesidad se expresa al mundo:

  • Egoísmo altruista: tiene su esencia cuando no nos movemos por la necesidad de satisfacer constantemente nuestro vacío emocional, permitiendo disfrutar de los vínculos con otras personas desde el amor.
  • Egoísmo consciente: se refiere a la relación que construimos con nosotros mismos, desde el amor propio y la autosatisfacción de nuestras necesidades, como base de que la felicidad se encuentra en nosotros mismos y no en factores externos, sean personas u objetos.
  • Egoísmo egocéntrico: es el generado por esta baja conexión con nosotros mismos, la inseguridad que produce una autoestima frágil y necesitada de aprobación constante por personas externas, posición social, cargos laborales, etc. Esto lleva a una actitud de necesidad constante cuando nos vinculamos con otras personas. Por ejemplo: necesito que me digan que me veo bien cuando me arreglo porque no soy capaz de sentirme seguro de mi imagen.

En este ejemplo, vemos la función que ejercen otros para sostener nuestra autoestima. Te invitamos a que te tomes un tiempo para reflexionar cómo son tus relaciones con las personas que te rodean, qué te aportan y si hay exigencia por tu parte. Con esta simple observación podrás detectar si tus relaciones son sanas o tiene alguna actitud tóxica por tu parte.

Narcisismo

Por otro lado tenemos el factor narcisista, esta característica del comportamiento se basa en una creencia exagerada de la importancia de uno mismo, junto a la necesidad constante de admiración y atención ajena, enfocándose en la creencia del yo. Esto implica una baja empatía por parte de la persona con rasgos narcisistas.

La empatía nos permite detectar emociones ajenas y crear vínculos con las personas de nuestro entorno, esto quiere decir que las personas con rasgos narcisistas no suelen pensar en las implicaciones de sus actos, ni cómo estos puedan afectar a los demás ya que su nivel de empatía es muy bajo o nulo Por ejemplo, quieres salir con tu pareja a comer y te apetece sushi, aunque a tu pareja no le guste. Sin embargo, te resulta indiferente y si no vais a comer sushi decides enfadarte.

Si detectas alguna similitud entre tu comportamiento habitual y las características comentadas anteriormente, es importante que reconozcas tu valentía porque esto significa que quieres mejorar y cambiar lo que no es óptimo para ti en tus relaciones cercanas.

Reconoce el problema

El primer paso para dejar de ser una persona tóxica es reconocer el problema. Esto implica tener la capacidad de observar objetivamente tus interacciones y relaciones con los demás y ser consciente de que ciertos patrones pueden ser perjudiciales. Es decir, este punto implica autoconciencia, la habilidad de observar tus propias acciones y emociones de manera imparcial, sin negar o minimizar tus comportamientos tóxicos.

En otras palabras, ser honesto contigo mismo/a sobre cómo te comportas y cómo eso puede afectar a los demás, así como identificar patrones negativos, como la crítica constante, la manipulación o la falta de empatía, que pueden estar afectando tus relaciones de manera negativa.

En este sentido, es posible que en alguna ocasión personas cercanas a ti pueden señalar comportamientos tóxicos que quizás no has notado. Estar dispuesto/a a escuchar y considerar sus observaciones es importante. Reconocer que puedes estar teniendo un comportamiento tóxico no es fácil, pero es el primer paso esencial hacia un cambio positivo en tus relaciones y en tu bienestar emocional.

Haz autocrítica

Hay que tener en cuenta que las personas no adquieren comportamientos tóxicos, en general, por voluntad propia o desde la consciencia, más bien es una necesidad intrínseca derivada de vacíos emocionales o un bajo conocimiento emocional. Por este motivo la actitud de querer mejorar es un gran factor en este cambio vital, que te permitirá motivarte a crecer emocionalmente y aprender en un área nueva de tu vida.

Este aprendizaje puede comenzar con un simple ejercicio: detente y haz una autocrítica para poder detectar cuándo tu comportamiento es desmesurado y hasta dónde eres capaces de llegar para conseguir tu satisfacción personal. Es probable que en un principio te cueste reconocer los rasgos narcisistas o egoístas, ya que tu discurso mental está formado desde esta actitud.

Si tenemos en cuenta que nos construimos a través del discurso mental, es fácil comenzar a reconocernos a través de este, es decir, si nos escuchamos a nosotros mismos como nos contamos algo, simplemente observándolo, sin juzgar o querer llevar razón, solo escuchándonos como si fuésemos espectadores de nosotros mismos, podemos comenzar a descubrirnos y hacer los cambios necesarios.

Cómo practicar la autocrítica

Por ejemplo, piensa en una situación en la que hayas sido egoísta, que quisieras llevar razón o que pusieras tus deseos ante los demás. Comienza un discurso mental explicándote qué pasó en esa ocasión. Deja fluir el discurso mental, pero obsérvalo y analiza:

  • ¿Cómo te justificas?
  • ¿A quién le cargas la responsabilidad?
  • ¿Qué posicionamiento adquieres en esta explicación?

Cuando hayas terminado el discurso, hazte estas tres preguntas, si las respuestas van encaminadas hacia una explicación “coherente” de por qué actuaste así, que era tu derecho o tu deber, que la responsabilidad es del otro y que “yo no tengo la culpa”, es probable de que exista una baja responsabilidad de ti mismo y tu comportamiento. Si te es complicado hacer este ejercicio en solitario, busca a alguien de confianza para que te ayude, pídele que simplemente escuche tu discurso sin opinar.

Reflexiona y cuestiona tus acciones

Después de haber intentado el ejercicio anterior, puedes volver a hacerlo, esta vez reflexionando sobre tus acciones. No pasa nada por sentirse inseguro o vulnerable, aprender a sentirnos vulnerables nos permite contactar con otras dimensiones emocionales que nos ayudan a crecer.

Estamos rodeados de estímulos y creencias que nos repiten que sentirse débil o mal es algo negativo, en el estudio de la dimensión emocional del ser humano esta creencia es completamente errónea y contraproducente, ya que el dolor emocional y la tristeza tiene funciones específicas en el crecimiento emocional.

Del mismo modo que cuando nos rompemos un brazo sentimos dolor y este nos alerta de que algo no va bien, ayudándonos a tomar conciencia de la inmovilización y la necesidad de reposo del miembro afectado para su recuperación efectiva, el dolor emocional actúa de la misma manera.

Date espacio

Cuando nos sentimos débiles, vulnerables o tristes es un indicativo de que algo no va bien, por eso es sano darnos el espacio necesario para cuidarnos y atendernos emocionalmente. Como explicábamos antes, los rasgos narcisistas y/o egocéntricos tienen una autoestima frágil que se sostiene por estímulos externos, posiblemente cuando comiences a revisar estos aspectos más internos sientas sensaciones desagradables o incomodas que no sepas manejar.

Es positivo que en el proceso de mejora cuentes con apoyos reales que puedan transmitirte confianza, bienestar y seguridad emocional.

Practica la empatía

Lo primero a tener en cuenta para no ser una persona tóxica en una relación, ya sea romántica o de amistad, es tu comportamiento, detectar cómo afectas a los demás y cómo puedes mejorar esa actitud. Las actitudes se pueden modificar poco a poco, con paciencia y poniendo mucha consciencia de ellas para no repetirlas.

Aprender a valorar las emociones de la otra persona, intentan comprender y respetar actitudes diferentes a la tuya hará que tu empatía crezca y experimentes una mayor satisfacción con tus vínculos. Tener presente que las relaciones con los demás no son para satisfacer nuestra necesidad, sino para compartir lo que somos te ayudará a tener una buena base en tus relaciones.

Algo muy interesante en las relaciones que construimos es que suelen ser un reflejo de quiénes somos, es decir, llegamos a tener relaciones sanas y satisfactorias cuando conseguimos tener una buena relación con nosotros mismos. Por lo tanto, para poder aprender a valorar las emociones y respetar las actitudes ajenas primero tenemos que comprender nuestras propias emociones y actitudes en todas sus facetas.

Comunica a tu entorno el cambio que quieres dar

Si crees que realmente tu comportamiento ha sido tóxico en el pasado y quieres mejorar, es muy coherente y sano que informes a tu entorno y relaciones que consideres importantes del cambio que quieres dar. Si el entorno te apoya y lo ve positivo es una buena base para poder crecer.

Por el contrario, si existen reticencias es positivo que comprendas que cuando realizamos un cambio, sea cual sea, el entorno al que pertenecemos comienza a cambiar de forma periférica y esto no siempre es algo que todo el mundo quiera experimentar. Respetar los miedos de los demás y su propio proceso te permitirá centrarte en el tuyo sin juzgar a los otros.

Detecta la raíz de ese comportamiento

Posteriormente es sano intentar detectar cuál es tu necesidad, cuál es la raíz de ese comportamiento y qué buscas en los demás. Saber esto te ayudará a poder satisfacerlo de forma más sana y desde ti.

Estos procesos nunca son rápidos ni sencillos, pero en el momento que somos capaces de detectarlos tenemos la capacidad de modificarlos y crecer emocionalmente. Recuerda que los procesos emocionales son complicados y aprender a pedir ayuda es una muestra de compromiso y amor propio.

Acude a un profesional de la salud mental

Existen profesionales especializados en las emociones que te pueden acompañar en este proceso para adquirir más confianza en ti y conocimiento de tus emociones. En este caso, los profesionales con enfoques humanistas y/o transpersonales son los más adecuados para trabajar la autoestima y los comportamientos derivados del mundo emocional.

Aprende de tus errores

Aprender de tus errores implica reconocer que todos somos humanos y que cometer equivocaciones es una parte natural del crecimiento y desarrollo personal. En lugar de culparte o castigarte por tus errores, es importante verlos como oportunidades de aprendizaje valiosas. Reflexionar sobre lo que salió mal y por qué puede proporcionarte información crucial para evitar cometer los mismos errores en el futuro.

Además, aprender de tus errores también implica tomar medidas concretas para mejorar y cambiar tus comportamientos. Esto puede incluir establecer nuevas estrategias o enfoques para manejar situaciones similares en el futuro. Tener la capacidad de reconocer y aprender de tus errores demuestra una actitud madura y proactiva hacia el crecimiento personal.

Recuerda que el camino hacia la mejora no siempre es lineal, y está perfectamente bien cometer errores hasta cumplir tus objetivos. Lo más importante es querer mejorar y cómo utilizas tus herramientas para convertirte en una versión mejorada de ti mismo.

Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.

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Bibliografía
  • Fromm, E. (2017) Tener o ser. Barcelona: Paidós.
  • Goleman, D. (1996) Inteligencia Emocional. Barcelona: Kairós.
  • Lowen, A. (2000) El narcisismo. Barcelona: Paidós.