Cómo disfrutar de la vida

Cómo disfrutar de la vida

¿Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida? ¿Cómo aprender a vivir el presente? Disfrutar más no tiene que ver con el dinero. Se puede aprender a disfrutar de la vida y a pensar menos en el futuro. En este artículo de Psicología-Online, explicamos cómo disfrutar de la vida y de las pequeñas cosas cotidianas con pautas psicológicas y consejos de la vida para disfrutar el momento y ser más feliz.

Encontrar el placer en lo cotidiano

¿Qué es lo cotidiano? La RAE define la cotidianidad como “la característica que distingue lo que es rutinario o común de todos los días”. Según H. Giannini la cotidianidad sería el ámbito en el que no pasa nada “especial”, nada “extraordinario”, puras nimiedades: levantarse cuando suena el despertador, desayunar, coger el autobús o el metro, leer el correo, etc. Miles de gestos, de acciones pequeñas e imperceptibles que conforman lo cotidiano. Todo sucede como debe ser, sin sorpresas, sin cambios bruscos, ni irrupciones. Christian Lalive habla de “ritualidades” o “etiquetas” que se establecen en el relato de la vida cotidiana, constituyendo así lo cotidiano.

Según estas definiciones parece que cotidianidad y rutina fueran lo mismo, pero no es exactamente así. La cotidianidad es el conjunto de hechos y sucesos que tienen lugar en el mundo que rodea a una persona y que ésta vive y experimenta en cada instante del día. En este conjunto de hechos algunos se repiten constantemente y forman “lo rutinario”, esto es, lo normal, lo habitual y esperable, y otros surgen de forma imprevista e inesperada cortando la rutina y alterando la “normalidad”, bien de forma agradable y satisfactoria, bien en forma desfavorable. Lalive señala: “En lo más recóndito de la vida cotidiana, el acontecimiento perturba lo rutinario, sus rituales y sus etiquetas y se nos impone como el lugar de múltiples dialécticas vividas (actuadas) de lo rutinario y del acontecimiento”. Por tanto, la rutina es parte de la cotidianidad y está adherida a ella, pues si ambas fueran lo mismo veríamos que el presente de hoy sería idéntico al de mañana.

Apreciar la rutina

Lo que caracteriza a la rutina es la repetición de lo mismo (Giannini afirma que “la rutina es regreso a lo consabido, a lo mismo”), y esta regularidad la convierte en trivial e insignificante, creando la apariencia de que tenemos el control de nuestra vida cotidiana. Pero si surge un infortunio imprevisto y lo esperado no sucede, algo que ocurre más veces de lo que desearíamos (el tren lleva retraso, el coche no arranca, un esguince de tobillo, un accidente doméstico, una gripe, etc.), se produce una ruptura de la normalidad, un “contratiempo”, que provoca incertidumbre y preocupación. Es entonces cuando lo rutinario se vuelve relevante, lo insignificante se vuelve trascendente y aquello que pasaba desapercibido pasa de repente a ser el centro de nuestra atención, y la consecuencia inmediata es una alteración emocional (ira, frustración, temor, tristeza, ansiedad, etc.) que nos amarga el día y persevera insistente en nuestra mente avasallando e importunando hasta que la situación adversa desaparece.

Está comprobado que la ruptura de la rutina por alguna contrariedad causa malestar y tribulación y cuando ésta desaparece y vuelve la rutina percibimos cierto bienestar. Ante este hecho cabe hacerse una reflexión: ¿por qué si lo rutinario es fuente de bienestar sólo lo apreciamos cuando no lo tenemos? (p. ej. sólo nos acordamos de la salud cuando estamos enfermos). La respuesta es sencilla: la rutina nos empuja a actuar la mayor parte del tiempo “en modo automático” (esto es, ante el mismo estímulo repetitivo ofrecemos la misma respuesta) y no prestamos atención a otras cosas interesantes que tenemos delante y nos pasan desapercibidas, y sólo nos acordamos de ellas cuando no las tenemos.

Prestar atención al presente

La vida cotidiana está llena de estímulos agradables, unos forman parte de los escenarios rutinarios y otros están en nuestro entorno pero nos pasan desapercibidos por que no prestamos la atención suficiente para descubrirlos y disfrutar de ellos. Giannini habla de “la posibilidad de detenerme ante lo desconocido, ante lo extraordinario, y dejarme seducir por ello, seguirlo”. Por tanto, no deberíamos desaprovechar las cosas que nos ofrece nuestra vida cotidiana y apreciarlas debidamente (siguiendo el famoso carpe diem de Horacio). Por ejemplo, algunas ideas para disfrutar de la vida y vivir el presente son las siguientes:

  • Apreciar un paisaje fascinante
  • Una comida sabrosa
  • La fragancia embriagadora de un perfume
  • Una música cautivadora
  • Una conversación amena con amigos
  • Una reunión familiar grata
  • Un hogar confortable
  • Un trabajo ilusionante

Vivir conscientemente

Conseguir que lo cotidiano sea placentero y satisfactorio y los contratiempos menos amargos o frustrantes requiere gestionar adecuadamente nuestra cotidianidad para convertirla en una cotidianidad “saludable”, saboreando los hechos rutinarios agradables y afrontando con decisión los desagradables, convirtiéndola así en una oportunidad, ya sea de disfrutar del bienestar que proporciona, o de crecer ante los hechos perturbadores cuando ésta se quiebra. Gestionar adecuadamente la cotidianidad requiere considerar los aspectos de los que hablaremos a continuación.

Buscar aquello que nos gusta y nos motiva

La cotidianidad se forma a través de las vivencias que tiene la persona en el continuum del espacio-tiempo donde tienen lugar los hechos de la vida diaria. Pueden observarse por tanto dos dimensiones: una espacial y otra temporal.

  • En la primera, el espacio se configura a través del escenario, que es el espacio físico donde ocurren todos los sucesos (hogar, trabajo, calle, etc.). El escenario está compuesto por todos los elementos (personas, objetos, ambientes, etc.) con los que una persona puede entablar una relación de cualquier tipo (personal, ideológica, estética, sensorial, etc.) y en cualquier momento. En un mismo escenario se pueden dar múltiples relaciones entre sus elementos.
  • En cuanto a la dimensión temporal, el tiempo expresa el momento en que tiene lugar cada suceso en un escenario concreto y la duración de la vivencia que la persona tiene en el mismo. El tiempo de la cotidianidad es el presente y, dado que el tiempo es un flujo continuo, puede decirse que se trata de un presente continuo, sin interferencias del pasado o del futuro.

Atendiendo a estas dos dimensiones, la cotidianidad se configura como la suma de todos los escenarios que se van alternando a lo largo de los días sucesivos, y el objetivo de la gestión de ésta será procurar pasar el mayor tiempo posible en escenarios agradables, estimulantes y gratificantes y evitar los que generen malestar, frustraciones y disgustos.

Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.

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Bibliografía
  • Bégout, B. (2009). La potencia discreta de lo cotidiano.
  • Giannini, H. (2004). La “reflexión” cotidiana. Hacia una arqueología de la experiencia. Santiago de Chile: Universitaria.
  • Heller, A. (1987). Sociología de la vida cotidiana. Barcelona. Ed. Península.
  • Lalive D’Epinay, C. (2008). “La vida cotidiana: Construcción de un concepto sociológico y antropológico”, Sociedad hoy.