Delirio: qué es, síntomas y tipos

Delirio: qué es, síntomas y tipos

El delirio puede ser considerado la esencia misma de la locura, la expresión típica de lo que antes se llamaba alienación, término muy fuerte e impregnado del veneno de la marginación, que significa, en esencia, la pérdida de la posesión de la propia personalidad. Pero los delirios son bastante comunes: por ejemplo, se estima que entre el 10% y el 20% de los adultos hospitalizados se encuentran al menos esporádicamente en esta condición; el porcentaje asciende al 30-40% en el caso de pacientes hospitalizados de edad avanzada. Con este artículo de Psicología-Online comprenderemos mejor qué es un delirio en psicología, las diversas tipologías, así como las causas y los posibles tratamientos.

Qué es un delirio

Los delirios son una variedad de estados mentales confusionales en los que la atención, la percepción y la cognición del sujeto parecen significativamente afectados. El término "delirio" deriva del latín lira, "surco", por lo que delirar significa etimológicamente "salir del surco", es decir, del recto camino de la razón. El término delirio en sentido estricto (creencia errónea incorregible) se refiere a un trastorno del pensamiento, que puede estar presente en varias enfermedades psíquicas (psicosis), por ejemplo en la esquizofrenia, episodios depresivos o maníacos con síntomas psicóticos, en el trastorno delirante crónico (o paranoia). Se trata de un modelo mental de la realidad inadecuado, ya que las decisiones y los comportamientos que se adoptan sobre la base de este modelo acaban siendo desfavorables.

En sí mismo, el delirio no es una enfermedad, sino un síndrome (un complejo de síntomas) que puede presentarse en varias, agudas o crónicas, expresión de un sufrimiento metabólico del cerebro con múltiples causas. La actual clasificación diagnóstica (DSM-V, 2014) inserta los delirios dentro de las características "clave" que definen los trastornos psicóticos (persecutores, de referencia, de grandeza, erótománicos, nihilísticos y somáticos) pero la presencia de delirios persistentes es la característica principal del trastorno delirante. Las formas crónicas de delirio, basadas en la elaboración racional y lúcida de un sistema de creencias erróneas, pueden ser, de hecho, el único síntoma de una patología psíquica: en este caso se habla precisamente de trastorno delirante crónico o paranoia. Generalmente pueden parecer totalmente plausibles; sin embargo, ya no es necesario que no sean extraños, como lo requería el DSM-IV. En cualquier caso, los pacientes se presentan en general normales, hasta que se toca el ámbito de uno de sus delirios.

Características esenciales del trastorno delirante:

  • El paciente tiene delirios durante al menos un mes, en ausencia de otros síntomas psicóticos y síntomas del estado de ánimo relativamente cortos.
  • Salvo en lo que se refiere a los delirios, el comportamiento no se ve alterado.
  • Puede haber alucinaciones táctiles u olfativas, pero sólo en relación con los delirios (y no evidentes).

Tipos de delirios

Los delirios, que pueden ser agudos, aislados, recurrentes o crónicos, se clasifican basándose en su contenido y se los distingue por las ideas dominantes, que no son convicciones y certezas, sino simples temores, preocupaciones o intereses que asumieron para el sujeto una importancia excesiva, hasta el punto de alterar la continuidad de la experiencia y su fluir habitual. La terminología de los delirios prevé:

  • Delirio de celos, también llamado síndrome de Otelo, caracterizado por la interpretación de los detalles más insignificantes del comportamiento de la pareja como indicio y prueba de la traición. Es frecuente en los sujetos afectados por el alcoholismo.
  • Delirio de compensación, de una situación vivida como negativa o desagradable, como por ejemplo una esterilidad, compensada por un delirio de gravidez.
  • Delirio de culpa, típico de los melancólicos que se atribuyen culpas jamás cometidas para dar justificación y una consecuencia a las pena que padecen.
  • Delirio erótico, de quien está convencido de ser secretamente amado por una persona por lo general importante o encumbrada. El delirio erotomaníaco también se puede llamar síndrome de Clerambault.
  • Delirio fantástico, que se alimente de teorías filosóficas, religiosas, científicas, que resuelven problemas hasta ahora insolubles.
  • Delirio de grandeza, que pone al protagonista en el centro de un destino grandioso. En este artículo explicamos los síntomas y las causas del delirio de grandeza.
  • Delirio de interpretación, llamado “locura razonada” porque obedece a una necesidad de explicar todo de acuerdo con un sistema fundamental de significados privados.
  • Delirio de negación, también llamado delirio nihilista, frecuente en los ancianos deprimidos, convencidos de que el mundo está llegando a su fin y que su proprio cuerpo está muerto o vacío de vísceras.
  • Delirio de persecución, típico de quien está convencido de la existencia de un complot en su contra, y por lo tanto está obligado a defenderse y sospechar de todos. En este artículo encontrarás más información sobre el delirio de persecución.
  • Delirio del quejoso, que se centra en un daño realmente sufrido o imaginado, activando conductas que se expresan con solicitudes escritas, manifiestos, citatorios a juicio y semejantes.
  • Delirio de referimiento, en el que el sujeto tiene la impresión de que todos se refieren a él con la miradas, gestos y alusiones a su persona. Este delirio también es llamado paranoide.
  • Delirio de ruina (económica, familiar, de posición o de prestigio), frecuente en las formas depresivas acompañadas de delirio de culpa.

Causas de los delirios

Los delirios suelen tener causas médicas, como infecciones o desequilibrios químicos corporales y otras condiciones médicas como una anestesia o una sedación. También se pueden deber a el consumo de sustancias ya sean medicamentos o drogas, tanto en la abstinencia, como en sobredosis. También por otros tóxicos. Incluso entre las causas de los delirios la falta de sueño grave.

Partiendo de la convicción de que cada uno de nosotros tiene una visión particular del mundo, sobre la base de la cual organiza lo real, cuando esta visión, que es diferente en cada sujeto, sobrepasa cierto límite de experiencia común estamos en presencia de un delirio. G. Jervis subraya que lo que se desestructura es, ante todo, la categoría de la familiaridad con la que cada uno de nosotros suele tratar las cosas como extrañas o familiares.

Otro motivo que puede estar en la base de una formación delirante es, siempre para Jervis, la condición de pasividad, que implica la sensación de estar dominado por la realidad sin poder determinarla. Para liberarse de esta opresión existe la posibilidad, mediante el delirio, de inventarse una realidad o nexos de realidad que le permitan al delirante un mínimo de control.

En las psicosis endógenas, el delirio es el resultado de la pérdida de la relación consigo mismo, con la consiguiente pérdida de control de la realidad, a la que se dota de una interpretación diferente. Pueden encontrarse actitudes semidelirantes en personalidades con rasgos de carácter rígido y desconfiado, y por lo tanto poco adaptables a la realidad, o bien en personas que, gozando de una posición social elevada, están inclinadas a sospechar continuas amenazas a su poder.

Desde el punto de vista psicoanalítico la génesis del delirio tiene su explicación en el mecanismo de proyección, por el cual se atribuyen a otros intenciones o actitudes que en realidad son proprias.

Tratamientos de los delirios

El tratamiento tiene por objeto, en primer lugar, establecer una buena relación médico-paciente y gestionar las complicaciones, ya que la falta sustancial de insight es un desafío al tratamiento (si los pacientes son considerados peligrosos, puede ser necesario hospitalizarlos).

El tratamiento tiene por lo general el propósito de alejar al paciente de sus creencias penetrantes tratando de interesarlo en otra cosa, por ejemplo, confiándole un objetivo difícil pero gratificante de alcanzar, y por lo tanto capaz de desviar sus energías mentales. La incomunicabilidad y la incorregibilidad de la experiencia delirante constituyen ciertamente un gran obstáculo para un enfoque psicoterapédico, pero a veces puede resultar un instrumento muy valioso para reconstruir una relación con el mundo que se ha perdido.

Aunque no hay indicaciones especiales de tipo farmacológico para el tratamiento del trastorno delirante, a menudo se utilizan antipsicóticos para un tratamiento sintomático. Existen medicamentos antipsicóticos que se denominan "delirioticos", que parecen tener el poder de corregir el trastorno ideativo que conduce a la formación de ideas delirantes.

En los delirios depresivos, el tratamiento específico contra la depresión puede ser muy eficaz y salvar al paciente del alto peligro del suicidio.

Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.

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Bibliografía
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