La motivación en el deporte: teorías, clasificación y características

La motivación en el deporte: teorías, clasificación y características

La palabra motivación proviene de una raíz latina que significa “mover”, “poner en movimiento”, en el sentido de algo que impulso a la acción. Constituye pues un estado – permanente o transitorio y aun esporádico – caracterizado por una predisposición favorable para la acción. Algunos investigadores utilizan la palabra “motivos” para referirse a los elementos determinantes de tal estado, mientras que otros emplean ambos términos (motivaciones y motivos) en forma intercambiable. En este artículo de Psicología Online vamos a analizar la motivación en el deporte y ver todos los factores que influyen en ello.

El concepto de motivación

Cabe señalar que la palabra “motivo” tiene una connotación mas bien racional, en tanto que el termino “motivación” indica sobretodo una actitud de la personalidad total del sujeto, con preponderancia de los factores activo – emocionales. La motivación es la fuerza impulsora de nuestra conducta; lo que determina en buena medida y casi siempre nuestro éxito o nuestro fracaso, en el sentido de que nos lleva a utilizar en mayor medida nuestras reales capacidades.

La motivación es, pues, esencial en toda actividad humana y, por supuesto, en el entrenamiento y la competencia, que son las actividades que aquí nos interesan. En relación con una actividad, la motivación influye: En la actitud del sujeto frente a la misma. En la iniciación y modo de realización de la actividad En el grado de esfuerzo del sujeto. En la evaluación de la actividad.

En relación con una actividad, la motivación influye:

  • En la actitud del sujeto frente a la misma.
  • En la iniciación y modo de realización de la actividad
  • En el grado de esfuerzo del sujeto.
  • En la evaluación de la actividad.

Problemas relacionados con la motivación

  • Determinar si los motivos son innatos o adquiridos, o si los hay de ambas clases.
  • Determinar si los motivos son fisiológicos, psicológicos o sociales, o si pueden provenir de las tres fuentes.
  • Establecer si hay motivaciones inconscientes al lado de las conscientes.
  • Establecer si consisten simplemente en buscar el placer y evitar el dolor, o si existen también otros factores más complejos.

En ultima instancia, lo que buscamos es saber cuáles son los factores que determinan y gobiernan la conducta de los seres humanos. Se han dado al respecto varias interpretaciones, cuya síntesis nos llevara a especificar y comprender las motivaciones del deportista.

Teoría Hedonista sobre la motivación

Esta teoría, de antiquísimo origen, expresa que la conducta humana se reduce a buscar el placer y evitar el dolor, lo penoso o desagradable. Es decir, el comportamiento humano se estructura en torno a la antítesis placer – dolor, agrado – desagrado.

Aunque el placer y el dolor son fuerzas motivadoras generales, estas reacciones generales pueden ser modificadas por experiencias individuales. Además, es posible una reversibilidad o una coexistencia de factores opuestos, tanto en el terreno normal como en el patológico: esta característica – tan comúnmente observada – fue llamada ambivalencia por el psiquiatra suizo Bleuler.

De cualquier manera, esta reducción de todas las motivaciones a dos fuentes únicas es demasiado simplista. Los factores desencadenantes de la conducta humana se entrecruzan y forman una trama compleja, que muchas veces llega incluso a desconcertarnos. Además, cabría preguntarse de que manera particular tiende cada individuo al logro del placer y la satisfacción, y a evitar lo doloroso o desagradable. Un atleta puede someterse gustoso a privaciones físicas para lograr el éxito, o el reconocimiento y la aprobación de su entrenador. Este es solo un ejemplo, pero podríamos multiplicar los casos similares.

Teoría de los instintos

Afirmamos que la conducta del ser humano esta regida en su mayor parte por pautas de acción innatas (instintos), que le permiten fundamentalmente sobrevivir, posibilitandole la tarea de encarar con mayor eficiencia los elementos ambientales. Así, por ejemplo, se dice que el hombre tiende a juntarse con los demás debido a su instinto gregario, o que juega debido a su instinto lúdico.

Como dice Werner Wolff, “ el término instinto significa motivo no aprendido o tendencia innata, y se usa en sentido muy vago. Las investigaciones de L. Bernard en 1924 demostraron que los psicólogos han aplicado el concepto de instinto a unas 6000 actividades. Sin embargo, las investigaciones han probado que muchas reacciones psíquicas llamadas instintos son adquiridos. La llamada enemistad instintiva de perros y gatos no se producen si se crían juntos. Los estudios etnológicos han puesto de relieve que muchos de los instintos son reacciones condicionadas por la cultura. En algunas culturas es el padre quien se ocupa de criar a los niños.

Las observaciones psicoanalíticas, por otra parte, originaron la sustitución del rígido y mecanisista esquema de un mosaico de instintos por la teoría de la transformación dinámica de la energía psíquica. Se halló por ejemplo, que el “instinto de lucha” es frecuentemente el resultado de frustraciones; que el “instinto de poderío” puede ser una compensación entre sentimientos de inferioridad. Y que ciertos temores y angustias son transformaciones de los impulsos sexuales. La teoría de los instintos resulta, pues, insuficiente para explicar todas las variedades de la conducta humana.

Teoría de las necesidades primarias

Expresa que la conducta humana puede atribuirse a la existencia de unas pocas necesidades o impulsos primarios, y que todas las acciones pueden reducirse, en ultima instancia, a la satisfacción de necesidades fisiológicas como el hambre, la sed, la alimentación y el apetito sexual. Dentro de esta teoría hay dos matices principales: una variante afirma que esas necesidades primarias son conscientes y perfectamente delimitables.

La otra variante (psicoanálisis), recalca los mecanismos inconscientes y la importancia de los motivos sexuales. Este enfoque fisiológico ha despertado muchas criticas. Se observa, por ejemplo, que el ser humano tiene una tendencia a realizar ciertas actividades por la actividad en sí. Jugar, manipular objetos y explorar no parecen relacionarse con necesidades puramente viscerales. Además, esta teoría considera al ser humano como una especie de maquina inerte, que se pone en marcha cuando surgen las necesidades viscerales.

Teoría del restablecimiento del equilibrio

Fue formulada por Cannon, quien introdujo el concepto de homeostásis, mecanismo en virtud del cual el organismo trata de mantener su integridad, equilibrando las adaptaciones internas de acuerdo con los estímulos. Afirma que, cuando se produce un desequilibrio, el organismo pone en acción sus mecanismos de regulación para volver al estado de equilibrio. Sin duda, existe en el ser humano un mecanismo de “auto – regulación” , tanto en la esfera física como en la psicológica, por medio del cual trata de restablecer o mantener el equilibrio.

Un ejemplo lo tenemos en los mecanismos de defensa del “Yo”: compensación (en virtud de la cual un sujeto frustrado en un aspecto de su vida busca sobresalir en otro); sublimacion (canalizacion de tendencias inferiores hacia otras superiores), etc. Sin embargo, y a pesar de la indudable existencia de estos mecanismos, no todos los aspectos de la conducta humana pueden explicarse por esta tendencia a restablecer el equilibrio. El mismo Cannon reconoció que, con harta frecuencia, el hombre realiza acciones que, precisamente, rompen ese equilibrio.

Teoría de los factores múltiples

La complejidad del comportamiento humano movió a muchos investigadores a elaborar una teoría multidimensional. Murray y McDougall, por ejemplo, han recalcado el papel de las motivaciones sociales, en las cuales incluyen la tendencia gregaria (unión con otras personas), agresiva (de lucha con los demás), la de dominio, la exploratoria (curiosidad, afán de conocimientos), etc.

Estas teorías se basan en el concepto formulado por Allport, de la “Autonomía Funcional de los Impulsos”, lo cual significa que los impulsos se independizan de sus bases fisiológicas. Podemos agregar que existe una dualidad en los factores motivacionales. Por ejemplo, la tendencia a dominar y la tendencia a la sumisión; al poder y a la huida; a la agresion y a la proteccion. Al encontrar un obstáculo, algunas personas hacen lo posible para superarlo, pero otras se someten o se retiran.

Según Nietzche, la voluntad de poderío es una de las tendencias básicas del hombre, y Adler afirmo que la tendencia de dominio es uno de los principales motivos de la conducta humana, y que cuando se frustra o se desvía puede causar trastornos emocionales. La tendencia a superar obstáculos y a destacarse o dominar puede apreciarse en los deportes, los cuales crean obstáculos artificiales, dando oportunidad para expresar esas tendencias (luego veremos específicamente las motivaciones del deporte).

Otras teorías sobre la motivación

Teoría de las capacidades

Afirma que el sujeto esta motivado para hacer las cosas que responden a sus aptitudes. Esta teoría esta relacionada con un enfoque mas reciente, el cual recalca la necesidad de “realización” como una motivación importantísima de la conducta humana.

Los motores de la conducta según Lersch. P. Lersch

En su notable obra “estructura de la Personalidad”, hace un análisis detallado de los factores que determinan nuestros actos. Las tendencias – afirma – son las que ponen en marcha la vida anímica. La vida anímica, como toda la vida, esta dirigida a la realización de las posibilidades del ser: desarrollo, conservación, configuración. Las tendencias se dirigen a la consecución de un estado todavía inexistente y se hallan siempre presentes en la dirección y configuración de la vida. Cada tendencia es experimentada en una forma subjetiva especial.

En cada tendencia sentimos un estado de defecto, de necesidad, que queremos superar; así ocurre en el hambre, en la sed y también en la necesidad de estimación, en el deseo de poder, en las necesidades sentimentales o metafísicas. El concepto de necesidad circunscribe del modo más general e inespecífico la tonalidad fundamental que matiza todas las tendencias.

Además, la tendencia se proyecta hacia el futuro, tiene una finalidad en forma de meta que debe alcanzarse, aunque a veces el sujeto percibe esto sólo en forma oscura y difusa. Distingue Lersch una serie de impulsos o tendencias: impulso a la actividad por actividad en sí, por su propio valor funcional; necesidad de estimación; ansia de notoriedad; necesidad de convivencia; deseo de poder: deseo de saber; impulso a la creación; etc.

Investigación y evaluación de las motivaciones

Citaremos 3 técnicas o términos usados frecuentemente para la investigación y evaluación de las motivaciones:

  1. Informes directos de los propios sujetos acerca de sus actitudes, sentimientos, etc. en relación a una actividad determinada.
  2. Empleos de tests y técnicas proyectivas.
  3. Estudio de los rendimientos bajo distintas condiciones y circunstancias. Es un procedimiento sumamente eficaz, aunque tropieza con dificultades materiales y de tiempo.

Algunas de las condiciones motivacionales que se han utilizado en muchas investigaciones son:

  • Interés intrínseco por la actividad.
  • Incentivos en forma de premios simbólicos.
  • Incentivos monetarios.
  • Palabras de aprobación. Estímulos verbales.
  • Presencia de observadores, en distintas condiciones.
  • Situaciones competitivas entre varios sujetos.
  • Introducción de sugerencias acerca de la importancia de la actividad.
  • Censura, desaprobación, sugestión de fracaso.

Importancia de las motivaciones sociales

Las motivaciones sociales son factores importantes del comportamiento humano. Gran parte de los esfuerzos del hombre obedecen a su deseo de lograr el reconocimiento y la aprobación de los demás, a su afán de destacarse, de lograr “status”, de evitar las criticas, etc.

Hemos visto que las teorías hedonista, de los instintos y de las necesidades fisiológicas son insuficientes, por distintas razones. La teoría del restablecimiento del equilibrio, y la de las capacidades son valiosas pero demasiado generales como para servir de base a una clasificación mas o menos sistemática de las tendencias humanas. La clasificación de Lersch y otras similares son intentos de enumerar, en forma concreta, los principales motores que orientan la conducta del hombre. En estas clasificaciones se acuerda gran importancia a las motivaciones sociales, sin dejar de lado, por eso, las que surgen de las necesidades fisiológicas.

Las motivaciones sociales se imbrican a veces con aquellas pero otras veces adquieren carácter independiente. Algunas surgen como una imposición de la sociedad, y otras como una necesidad del individuo en su relación con el medio social. En el deporte las motivaciones sociales tienen singular importancia. Además, al analizar las motivaciones del deportista no puede prescindirse del contexto social.

Daremos a continuación algunos ejemplos de motivaciones sociales

A. Influencia del medio cultural

El medio cultural es importantísimo porque le sirve al individuo como marco de referencia para evaluar las actividades en lo que atañe tanto a la jerarquía que la sociedad les atribuye como a sus propias posibilidades y rendimientos. Ejemplo: en una sociedad donde el deporte es valorado y apoyado, mayor cantidad de niños y jóvenes se dedicaran al mismo.

B. Competencia y cooperación

Tanto la competencia como la cooperación tienen efectos motivadores. Evidentemente, se plantea un antagonismo entre ambas. Esta contradicción puede impregnar la sociedad toda, como lo ha destacado Robert Lynd al señalar que la sociedad valora el individualismo, el triunfo del más apto pero, al mismo tiempo, hace hincapié en la solidaridad y la cooperación. Según algunos el deporte puede brindar una conciliación, al permitir una lucha cuyos limites y violencia están canalizados por reglas. Mas adelante hacemos el análisis psicológico de la competencia; también hemos tocado el tema al referirnos a las funciones sociologicas del deporte.

C. Búsqueda de prestigio y mejoramiento del status social.

Es una importante motivación de la conducta humana. Se ha agudizado en la sociedad actual y esta en intima relación con la tendencia competitiva.

D. Influencia de los observadores.

Se ha demostrado que la presencia de observadores puede afectar la actividad que realiza un sujeto, produciendo cambios tanto en la ejecución y el rendimiento como en la actitud. Esta influencia puede ser positiva o negativa, y depende de:

  • Del sujeto. Edad; sexo; personalidad; necesidad de aprobación social (grande o pequeña); aptitudes y conocimiento de la actividad; experiencia previa en la realización de actividades en publico.
  • De los observadores. Cantidad; actitud; relación afectiva con el sujeto observado; sexo en relación con este ultimo.
  • De la naturaleza y complejidad de la tarea.

Aun una actitud neutra en los observadores provoca cambios en el rendimiento del sujeto. Las manifestaciones aprobatorias ejercen una influencia positiva. Las actitudes hostiles o desaprobatorias tiene efectos positivos en algunos y negativos en otros. Los observadores influyen mas en los individuos que tienen una elevada necesidad de aprobación social como así también en los sujetos con alto nivel de ansiedad. Los sujetos con mayores aptitudes y experiencia en la tarea que ejecutan son menos susceptibles a la influencia de los observadores. También es importante el hecho de que el sujeto tenga experiencia en la realización de la actividad en publico.

E. Otras motivaciones sociales.

Premios, incentivaciones monetarias, convencimiento de la importancia de la actividad, influencia del grupo, etc.

Clasificación de las motivaciones del deportista

Sintetizando los resultados de numerosas observaciones e investigaciones, podemos señalar como principales motivaciones del deportista las siguientes:

  • Interés y gusto intrínseco por la actividad deportiva. Placer derivado de la misma.
  • Gusto por la actividad física intensa.
  • Necesidad de recreación, de cambio de actividad para compensar las tensiones del trabajo cotidiano, de evasión.
  • Deseo de mantenerse bien físicamente, de conservar o mejorar la salud.
  • Deseo de prepararse para otras actividades por medio del deporte.
  • Deseo de pertenecer a un grupo, necesidad de convivencia en una relación social con objetivos comunes.
  • Tendencia a experimentar la emoción suscitada por la competencia.
  • Deseo de ganar, de demostrar fuerza y habilidad. Deseo de autoafirmación y superación. Placer derivado de vencer obstáculos.
  • Deseo de lograr fama, popularidad, reconocimiento y aprobación social. En ciertos casos, este suele desembocar en el deseo de obtener alguna ventaja económica por medio del éxito deportivo.

Es preciso tener en cuenta lo siguiente:

  • Las motivaciones deben verse en función del contexto social y de los parámetros culturales.
  • Existe una correlación entre el tipo de disciplina deportiva y la motivación.
  • Las motivaciones difieren enormemente según las formas de deporte (recreativo, higiénico, terapéutico, de mediano o alto nivel competitivo). Evidentemente no son iguales las motivaciones de quien los fines de semana juega al tenis o al golf para relajarse o distraerse, y las de aquel que se somete a entrenamientos rigurosos para alcanzar un rendimiento máximo.
  • En el deporte de alto nivel predominan las motivaciones sociales. En niveles inferiores se da más el gusto intrínseco.
  • Hay una relación estrecha entre éxito y motivación. Esto, a su vez, incide en la duración de la carrera deportiva. La motivación contribuye al éxito y este es generador de nuevas fuerzas motivacionales.
  • Debemos aclarar que, además de las motivaciones conscientes, existen también las motivaciones inconscientes. Nos referiremos a ellas luego, al referirnos a los aspectos psicológicos de la competencia deportiva.

La competencia deportiva: análisis psicológico

El deseo de competir es una tendencia generalizada del ser humano. Algunos consideran que esta tendencia es innata y surge del llamado “instinto de conservación” para independizarse luego de este. Sin embargo, los estudios antropológicos parecen indicar que esa tendencia esta condicionada por factores socioculturales.

La tendencia competitiva involucra el deseo de imponerse a los demás, de triunfar, de destacarse, de demostrar la propia superioridad.

Indudablemente, la competencia constituye uno de los ingredientes fundamentales del deporte y es el medio utilizado por el deportista para expresar y poner en acto sus tendencias.

La competencia deportiva tiene las siguientes características:

  • Es una típicamente emocional.
  • La idea de competencia lleva implícita la idea de ganar. Resulta obvio destacar que el deportista compite para ganar. El hecho de que no siempre lo logre, así como su eventual actitud frente a la derrota son problemas conexos con aquél y no invalidan la primera afirmación. El deportista busca triunfar y lograr el máximo rendimiento. En el deporte de alto nivel competitivo hay un esfuerzo para acercarse a los limites de las posibilidades individuales a través de una rigurosa preparación física, técnica y psicológica. El competidor lucha para superar a un rival, una marca, un obstáculo, y para vencerse a sí mismo, para autosuperarse.
  • La competencia deportiva constituye una situación artificial y simbólica. Esta sometida a reglas, que la encauzan y tratan de privarla de sus eventuales efectos nocivos, poniendo un freno a la violencia.
  • Decíamos que el deportista compite para ganar. Pero cabe preguntarse: “ganar para qué?” Puede ser por el placer de la victoria en si, para demostrar su valor ante sí mismo y, yendo más lejos, ante los demás. En algunos casos hay un motivo extrínseco: conseguir a través del éxito deportivo, alguna ventaja directa o indirecta. Esto lo vimos al estudiar las motivaciones del deportista.

No crea que la competencia deportiva es diferente a la competencia en diferentes órdenes de la vida. En este ultimo caso hay también convenciones: en política, diplomacia o negocios, se habla a menudo de “las reglas del juego” ; aunque el fin no es la competencia en sí – ya que se persigue un objetivo extrínseco – sucede a veces también que se busca ganar por el sólo hecho de ganar.

Motivaciones inconscientes del deportista

Completando todo lo que hemos dicho acerca de las motivaciones del deportista, vamos a referirnos a las motivaciones inconscientes de la conducta competitiva. El papel de este tipo de motivaciones ha sido destacado por numerosos psicólogos, para quienes la competencia constituye un mecanismo de defensa manifestado a través de dos funciones: descarga de agresividad (catarsis) y compensación. Así, según Antonielli, “la situación deportiva tiene para el sujeto un significado catártico, porque lo libera de su carga agresiva, la cual desahogándose en un sano agonismo, pierde todos sus elementos de peligrosidad y asocialidad; tiene también un significado compensador, porque brinda al deportista las satisfacciones que necesita su economia psíquica y que muy a menudo resultan frustradas en su vida cotidiana; la competencia se configura así como un mecanismo de defensa”.

Esta interpretación esta de acuerdo con la teoría de Cannon sobre el establecimiento del equilibrio. Ante un exceso de agresividad, que amenaza el equilibrio psíquico del sujeto, éste buscaría inconscientemente eliminar ese exceso; ante una frustracion en la vida cotidiana, buscaría una compensación en el éxito deportivo. Una motivación inconsciente, en forma de busca de compensación y catarsis, llevaría pues al sujeto al deporte.

Para verificar esta hipótesis se han llevado a cabo numerosas investigaciones y experiencias, pero los resultados de estas son contradictorios.

Debemos señalar, antes de proseguir con este aspecto, la diferencia de lo que se llama habitualmente “empuje” y la agresividad. El “empuje” implica tenacidad, deseo vehemente de triunfar, entusiasmo, realización del máximo esfuerzo, etc. la agresividad, en cambio, es en cierto modo una fuerza destructora; involucra violencia y parece salir de las capas más profundas de la personalidad; busca la destrucción violenta y sin consideraciones, de los obstáculos que se oponen a los designios del sujeto. El individuo agresivo es siempre un sujeto débil o que tiene un profundo conflicto en su personalidad; su agresividad es una hipercompensacion para su debilidad o miedo.

Estudios y resultados

Entre las experiencias cuyos resultados parecerían confirmar la tesis de Antonelli podemos citar las dos siguientes:

El psiquiatra Menninger afirma que, de acuerdo con sus experiencias, los juegos competitivos son un valioso coadyuvante en la terapia de los enfermos mentales. Stone, trabajando con un equipo de rugby, encontró que el nivel de agresividad disminuía al final de la temporada de partidos.

La tesis contraria afirma que la competencia, en lugar de la agresividad, puede provocarla, llevándola incluso hasta limites extremos. Se toma como ejemplo, entre otros, el caso de las agresiones violentas contra los adversarios o los árbitros. Se arguye que hay fenómenos de alienación que prueban que la actividad deportiva no puede interpretarse siempre como manifestación catártica, liberadora de impulsos antisociales, agregándose que la competencia, por sí, conduce a la hostilidad. Husman, trabajando con un grupo de boxeadores, estudio el nivel de agresividad mediante el Test de Apercepcion Temática, y comprobó que el mismo era mayor después del combate.

Así pues, tal como dijimos antes, los resultados de las experiencias son contradictorios. Debemos admitir, entonces, la existencia de diferentes tipos de reacción en los deportistas. Algunos ven en el adversario un obstáculo donde descargan su agresividad; son sujetos con deterioro del comportamiento, que centran la actividad en si mismos, manifestando síntomas de narcisismo. Otros ven al rival como un colaborador en la búsqueda de la excelencia; su actividad deportiva esta centrada socialmente.

Hay que señalar también las diferencias según el tipo de deporte, considerando en primer lugar si se trata de deportes individuales o por equipos y, en segundo lugar, la naturaleza propia de cada especialidad deportiva. De cualquier modo, es evidente que cierta dosis de agresividad constituye un componente de la competencia, ya sea que ésta sea el factor productor o la oportunidad para su descarga. Debemos puntualizar también el hecho de que algunos entrenadores fomentan en sus jugadores la agresividad y la hostilidad hacia los adversarios, como un factor más del éxito de la competencia.

Repetimos que la competencia deportiva es una situación típicamente emocional y, como tal, pone de manifiesto las tendencias propias de cada sujeto. A esta expresión individual de tendencias debe agregarse la influencia extraordinaria de los factores sociales, representados por las influencias que actúan en la situación deportiva y que pueden llegar a provocar una exacerbación de tendencias agresivas.

Todo estimulo adicional es generador de una cadena de reacciones subjetivas cuyo destino puede tener dos direcciones: como factor de progreso o como causa de mayor acumulación de tensión emotiva y, por lo tanto, de regresión. Estos dos tipos de reacción dependen de la organización psíquica del sujeto y de las condiciones sociales.

Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.

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