Por qué me gusta usar ropa de mujer si soy hombre

Por qué me gusta usar ropa de mujer si soy hombre

Sientes que a veces no encajas porque te gusta vestir o hacer cosas que están asociadas con el sexo opuesto. Te cuestionas cuál es tu identidad, tienes dudas sobre qué significa que te guste usar ropa del otro sexo, ¿es normal? ¿Significa que soy transexual? ¿Implica que soy homosexual? Nada de esto. La sociedad te ha impuesto unas normas, una manera de ser y de pensar solo por los genitales con los que has nacido. Y tu no has tenido ni voz ni voto en esta imposición. Nacer hombre o nacer mujer no implica que tengan que gustarte las “cosas de hombre” o las “cosas de mujer”.

Sigue leyendo este artículo de Psicología-Online en le que explicaremos por qué te puede gustar usar ropa de mujer siendo hombre para saber más sobre el tema.

El concepto de género

Antes de empezar a contestar la pregunta que ocupa el título de este artículo es conveniente repasar algunas definiciones para entender bien y abordar este tema.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el género como “los roles socialmente construidos, los comportamientos, actividades y atributos que una sociedad determinada considera apropiados para los hombres y las mujeres”. Es decir, el género no es algo natural, sino una construcción social y cultural a partir de las diferencias sexuales.

Para Judith Butler, teórica del género y precursora de la teoría queer, el género se constituye a través de los actos que social y culturalmente se asocian a un género u otro, idea que bautiza como teoría de la performatividad. Por ello, como el género se forma mediante una repetición estilizada de actos, no se trata de una identidad estable, no existe una “esencia” que el género exprese o exteriorice.

Si te interesa el tema, aquí puedes leer Un recorrido teórico acerca del género.

El sexo y el género

Durante los años 50 la psicología social norteamericana se centraba en el análisis de los patrones de conducta de los sexos femenino y masculino desde una perspectiva esencialista y heterosexista, según la cual el sexo biológico del individuo era lo que determinaba su identidad.

Dentro de nuestra cultura no es posible (o por lo menos es muy difícil) separar sexo y género. Según Butler, como el cuerpo es transformado inevitablemente en el cuerpo de él o de ella, solo es posible conocer el cuerpo por su apariencia de género. Esta idea se hace evidente cuando, por ejemplo, nos encontramos con una persona cuyo cuerpo no tiene una apariencia de género definida y nos ponemos nerviosas porque no la podemos clasificar dentro de un sexo u otro. La regla está tan interiorizada que la excepción no solo la confirma, sino que hace que nos demos cuenta de la relevancia que tiene el cuerpo en la construcción del género, y que podamos entender como este se convierte en el campo de batalla de aquellas que luchan para perpetuar la norma y de aquellas que luchan para destruirla, como las que se visten de manera no normativa a aquello que ha sido establecido de acuerdo a su sexo.

En el siguiente artículo encontrarás Reflexiones en torno al género.

Por qué soy hombre pero me gusta vestirme de mujer

Es importante aclarar previamente dos conceptos que a menudo pueden ser confundidos. Por un lado, tenemos la identidad sexual, que corresponde con la experiencia personal de pertenecer a uno u otro sexo (hombre o mujer) en base a las características sexuales (genitales). De aquí se derivan dos términos:

  • Cisexual, si creemos que el cuerpo con el que hemos nacido es el que nos pertenece.
  • Transexual, si sentimos que el cuerpo que nos ha tocado no nos pertenece.

Por otro lado, tenemos la identidad de género, que se refiere a la identificación con los contenidos del género, es decir, con el modelo de persona masculina o femenina que cada individuo construye sobre sí mismo y forma parte de la identidad personal.

Algunas autoras definen la identidad de género como la autoclasificación como hombre o mujer sobre la base de lo que culturalmente se entiende por hombre o mujer. El proceso de construcción de la identidad de género es a nivel intraindividual, pero se desarrolla en interacción con el aprendizaje de roles, estereotipos y conductas. Aun así, esto no implica la asunción de roles y actitudes de género, ya que cada cual desarrolla su propio sentido de masculinidad y feminidad. Sin embargo, las prácticas que corresponden a cada género están estandarizadas y son perfectamente identificables, por lo que el propio sentido de masculinidad o feminidad podrá diferir o ajustar-se más o menos a lo que se entiende por género masculino o femenino, provocando que la persona se sienta más o menos cómoda con el género que le ha tocado (porque, como ya hemos visto, el género se tiene que construir, por defecto, en función del sexo), desde donde se podrán plantear y generar nuevas formas de entender el género, emergiendo así un seguido de nuevos conceptos como el de queer.

En el caso de la vestimenta, “vestirse de hombre” o “vestirse de mujer” son simplemente maneras de vestirse que han sido asociadas respectivamente al género masculino y al género femenino, pero no hay nada en el ADN de un hombre que implique que le tenga que gustar “vestirse como un hombre” o que le tenga que disgustar “vestirse como una mujer”. A uno puede gustarle la ropa de mujer igual que le gusta ir a la playa, el problema es que en el primer caso le han enseñado desde pequeño que debe vestirse con ropa de hombre y que debe rechazar la de mujer. La gran mayoría interiorizan estos aprendizajes sin cuestionárselos como parte de “su forma de ser”, o los acatan con el fin de encajar en la sociedad que nos rodea, pero la forma de vestir sigue siendo una cuestión de gustos, por lo que podríamos empezar cambiando la frase “soy hombre pero me gusta vestirme de mujer” por la de “soy hombre y me gusta vestirme de mujer”.

La identidad de género y la teoría Queer

Uno de los puntos que trata la teoría queer es el cuestionamiento de la identidad como algo fijo, coherente y natural, cuestionamiento que abre el camino para la teorización de otras categorías tales como sexualidad y género en cuanto socialmente construidas. Es decir, la teoría queer se cuestiona las categorías de sexo y género, y las identidades en general.

Queer describe la incoherencia en las relaciones estables entre el sexo cromosómico, el género y el deseo sexual. Institucionalmente, queer ha sido asociada más habitualmente con las cuestiones gay y lesbiana, pero su marco analítico también incluye cuestiones como el travestismo, hermafroditismo, androginia, etc.

La perspectiva queer reconoce la confluencia de identidades, en ocasiones con efectos contradictorios, en el mismo sujeto.

Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.

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Bibliografía
  • Butler, J. (1990). El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona: Paidós.
  • García-Leiva, P. (2005). Identidad de género: modelos explicativos. Escritos de psicología, 7, 71-81.
  • Heredero, O. i García, J. (2015). El hombre metrosexual como Narciso contemporáneo: el papel del discurso publicitario actual en la construcción de la masculinidad. Documentación de las Ciencias de la Información, 38, 245-263.
  • Penedo, S. L. (2016). El laberinto queer: La identidad en tiempos de neoliberalismo. Egales Editorial.