Qué es la Moral

Qué es la Moral

Durante siglos, los filósofos se han preguntado por el sentido de la moral, planteándose si existía una facultad original innata para discernir entre el bien y el mal, o si, por el contrario, lo que llamamos moral no es más que un conjunto de hábitos adquiridos. Hubo que esperar hasta el siglo XX para que el estudio de la moral pasara del terreno filosófico al de la investigación psicológica.

Actualmente, existen otras perspectivas psicoanalíticas que ponen mas énfasis en los aspectos positivos del vinculo de afecto entre padres e hijos como fundamento del desarrollo moral que en las practicas coercitivas del adulto. Estas propuestas, basadas en la Teoría del Apego de Bowlby, han permitido mayor contrastación empírica que las hipótesis psicoanalíticas clásicas.

Conceptos de moral

Sin embargo, cien años de investigación empírica no han desembocado en un acuerdo sobre cuestiones fundamentales como las siguientes:

  • ¿Es la moralidad una característica genuinamente humana? Si la moralidad se define como la capacidad para juzgar los actos propios y ajenos como buenos o malos entonces se puede afirmar que solo los humanos tienen capacidad moral. Si se define como conjunto de hábitos y de conductas adecuadas a las normas (que evitan el castigo y buscan la recompensa), entonces no nada específica y exclusivamente humano en ello.
  • ¿De donde surge el sentido del bien y del mal? La psicología contemporánea explica la moralidad como resultado de algún tipo de proceso, ya sea de desarrollo o de aprendizaje.
  • ¿Existe un genuino progreso moral con el desarrollo? Aunque ningún psicólogo concibe la moral como algo que se adquiere de una vez por todas, el concepto de progreso moral difiere según el enfoque teórico.
  • ¿Qué papel tienen las emociones en la moralidad? Para algunos autores la verdadera esencia de la moralidad es la capacidad de sentir y expresar emociones, y no el juicio moral ni la conducta conforme a las normas sociales. Sin embargo, los psicólogos suelen coincidir en que las emociones desempeñan una función importante en el motor de la conducta moral.
  • ¿Hay relación entre lo que la gente piensa que debe hacer y lo que hace realmente? Algunas teorías presuponen una relación de dependencia entre la conducta y el juicio moral, otras sostienen que se trata de aspectos débilmente relacionados.

Siguiendo a Turiel, hemos clasificado las distintas teorías en dos grandes categorías: los enfoques no cognitivos y los enfoques cognitivo-evolutivos. Los primeros sostienen que la conducta socio-moral de la gente no depende de la razón ni de la reflexión, sino de procesos que están fuera de su control consciente. El psicoanálisis, el conductismo y las teorías del aprendizaje se encuentran dentro de este enfoque.

Por el contrario, para los enfoques cognitivo-evolutivos la esencia de la moralidad se encuentra en la capacidad de los sujetos para hacer juicios sobre el bien y el mal y atribuyen un importante papel al pensamiento y la razón. La teoría de Piaget y la de Kohlberg son las dos propuestas más importantes dentro de este enfoque. Los teóricos del aprendizaje que definen la moralidad como conducta adaptada a las normas, se interesan sobre todo por la conducta efectiva de los niños en situaciones diversas.

Por su parte, los estudios basados en presupuestos psicoanalíticos se ocupan de identificar las emociones o los sentimientos que experimental el niño cuando se transgreden las normas, tales como la vergüenza o la culpa. Los teóricos del enfoque cognitivo-evolutivo han estudiado sobre todo el razonamiento moral, es decir, los juicios que hacen los niños cuando se les plantean conflictos morales hipotéticos o reales.

Hay que decir que cada vez son menos los autores que polarizan su investigación exclusivamente hacia la conducta o hacia el razonamiento. En particular, los teóricos cognitivo-evolutivos abordan con creciente frecuencia el estudio conjunto del juicio y la conducta morales con el fin de analizar sus relaciones evolutivas.

Perspectivas no cognitivas del desarrollo moral

Teorías tan diferentes como el psicoanálisis de Freud, el conductismo y las teorías del aprendizaje adoptan una perspectiva no cognitiva del desarrollo moral. En todas estas teorías subyace una concepción dicotómica del sistema niño-sociedad cuyos intereses están en conflicto (el bien personal frente al bien social), por lo que la sociedad debe garantizar el orden social promoviendo al adhesión del niño a las normas de su comunidad. En suma, el control viene del medio social y se establece mediante reglas e instrucciones que dirigen la vida del individuo. Freud Convencido de que la naturaleza humana está guiada por poderosos impulsos destructivos, Freud pensaba que la sociedad solo puede sobrevivir defendiéndose de ellos y protegiendo a las personas de la acción agresiva de otros miembros. Esa oposición entre los intereses egoístas y antisociales del individuo y los de la sociedad por preservarse es un elemento clave del pensamiento freudiano y su concepción moral.

Según Freud, en los primeros años de vida, el niño no tiene ningún control sobre sus impulsos y son los padres quienes deben ejercerlo, limitando las conductas negativas y promoviendo las positivas. Con el tiempo esta coerción dará paso a una progresiva internalización de las normas, a una entidad interna al propio niño que lo "vigile". Es lo que Freud denominó Superyó, y explicó su surgimiento a partir de los intensos conflictos que se producen entre los impulsos sexuales y agresivos del niño, por un lado, y las crecientes exigencias del medio social, por otro. Freud destaca la importancia de la resolución del llamado conflicto de Edipo para el desarrollo de la conciencia moral.

Se puede decir que el conflicto de Edipo surge cuando el niño empieza a experimentar deseo sexual hacia el progenitor del sexo contrario a la vez que siente una intensa rivalidad hacia el del propio sexo. Pero no puede satisfacer ninguno de estos impulsos ya que la sociedad prohíbe el apego sexual a un miembro de la familia y exige un control de la agresividad en la vida social.

Además, el niño se siente amenazado por el progenitor del propio sexo, de quien teme una venganza. En el caso del varón, este fantasea la cruel represalia de ser castrado. En las niñas, en cambio, el miedo es menos intenso al carecer de pene (por eso Freud sugirió que las mujeres desarrollan una conciencia moral mas débil que los varones). En todo caso, niños y niñas sufren tensión y miedo por todas esas fuerzas irracionales e inconscientes y eso les obliga a reconducir sus impulsos, reprimiendo sus pulsiones agresivas hacia el progenitor del propio sexo y las sexuales hacia el otro. Entretanto, mediante su identificación con el progenitor del propio sexo, el niño mantiene la fantasía de conseguir el amor sexual del otro progenitor, evitando el riesgo de represalias.

Todo este proceso lleva a que el niño interiorice las normas y valores morales de los padres y de la sociedad. Al haber hecho suyas esas normas ha adquirido un nivel de conciencia, el Superyó, que a partir de ahora va a controlar y regular desde dentro su conducta. El Superyó además dispone de una forma de sanción mucho mas poderosa que la presión externa: el sentimiento de culpa. De acuerdo con esta perspectiva, ser moral significa acatar las normas impuestas por la sociedad porque su transgresión conlleva intensas emociones negativas asociadas al sentimiento de culpa. En otras palabras, la moralidad madura es aquella en la que la presión para actuar de acuerdo con las normas deja de ser externa para ser interna. Los estudios empíricos para poner a prueba estas hipótesis son escasos, no solo porque la corriente psicoanalítica se sitúa en un terreno alejado de la investigación sistemática, sino también por la dificultad de examinar directamente la validez de supuestos como el complejo de Edipo, la angustia de la castración en niños o la envidia del pene en las niñas.

Actualmente, existen otras perspectivas psicoanalíticas que ponen mas énfasis en los aspectos positivos del vinculo de afecto entre padres e hijos como fundamento del desarrollo moral que en las practicas coercitivas del adulto. Estas propuestas, basadas en la Teoría del Apego de Bowlby, han permitido mayor contrastación empírica que las hipótesis psicoanalíticas clásicas. Las teorías del aprendizaje La mayoría de las teorías del aprendizaje han abordado el problema de la moralidad desde una perspectiva común que puede resumirse así: todo lo que denominamos moral no constituye un caso especial, diferente al resto de conductas, pues los mismos mecanismos básicos de aprendizaje (condicionamiento clásico, asociación, etc.) por los que se adquiere cualquier conducta sirven para explicar la llamada conducta moral.

H.Eysenck sostiene que el comportamiento moral es un reflejo condicionado, no una conducta aprendida en el sentido que aprendemos hábitos o comportamientos. Según él, la reacción de lo que llamamos conciencia moral no es ora cosa que el miedo y la angustia asociados reiteradamente en el pasado al castigo que recibimos por haber realizado una conducta antisocial. Eysenck propone, además, una teoría biológica para explicar las diferencias que existen en el desarrollo y la conducta moral de las personas: según él, se deben a diferencias genéticas en los niveles de activación cortical (y susceptibilidad al condicionamiento) que hacen que algunas personas sean mas propensas que otras al condicionamiento social. así, los niños con conductas mas impulsivas (con una activación cortical baja) se condicionan mas lentamente y se adaptan menos al proceso de socialización. Los resultados empíricos no han mostrado, sin embargo, una relación estable entre condicionabilidad y conducta moral. Eysenck minimiza el papel del aprendizaje en el proceso de la formación de la conciencia moral y niega que exista una conciencia moral.

Según Skinner, la conducta moral es el resultado de la acción de un mecanismo simple de selección de conductas conocido como condicionamiento operante. Cada persona adaptará aquellas conductas y valores que hayan sido reforzados en su propia historia de aprendizaje, pues son las experiencias particulares que ha tenido, el tipo de normas a que ha sido expuesta y los premios o castigos que ha recibido lo que determina ese conjunto de conductas llamadas morales. Más recientemente, la corriente del aprendizaje social de Bandura sostiene que la conducta social de las personas no se puede explicar solo por estos mecanismos simples y que, en realidad, la fuente mas importante de aprendizaje social es la observación de los otros. Sería imposible que el niño adquiriera todo el repertorio de conductas sociales que llega a tener si tuviera que hacerlo probando con cada una de ellas.

Puede aprender observando lo que les ocurre a otros de tal manera que si alguien es premiado por haber actuado de cierta forma, el niño tenderá a imitarlo, mientras que no lo hará si observa que el modelo ha sido castigado. Pero el niño también aprende lo que dicen los padres u otras personas acerca de las conductas deseables e indeseables. Finalmente, llega a regular su propia conducta mediante autosanciones evaluadoras, es decir, comparando cualquier acción posible con las normas morales que ha interiorizado.

Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.

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