Qué son las funciones ejecutivas y cómo trabajarlas

La expresión "funciones ejecutivas" apareció en 1983 cuando Muriel Lezak la utilizó para referirse a aquellas habilidades cognitivas que hacen que un individuo sea capaz de realizar un comportamiento independiente, orientado y adaptativo.

En efecto, las funciones ejecutivas pueden definirse como un conjunto de capacidades capaces de controlar y regular otras funciones cognitivas y el comportamiento. En concreto, se trata de la capacidad de procesamiento selectivo de la información y de su mantenimiento, al menos en lo que respecta a las más importantes, durante la realización de una tarea.

Las funciones ejecutivas están relacionadas con los siguientes escenarios:

• En la planificación de estrategias de resolución de problemas.
• En el seguimiento de su comportamiento.
• Inhibición de respuestas conductuales inadecuadas para el contexto, es decir, el autocontrol.
• En la capacidad de cambiar rápidamente de una tarea a otra (cambio de marcha o flexibilidad cognitiva)
• En el mantenimiento de la información y su manipulación para realizar una tarea (working memory)
• En la actualización continua de la información.
• En el conocimiento de la secuencia temporal de los eventos.
• En la capacidad de abstracción y categorización de estímulos y eventos.
• En la voluntad de iniciar las acciones (volición).
• En la realización de acciones que requieren un alejamiento de los comportamientos habituales y estereotipados (comportamiento estratégico).
• En el mantenimiento de la atención en el tiempo.

Por lo tanto, las funciones ejecutivas permiten manipular las ideas mentalmente, adaptarnos rápidamente a las circunstancias en continuo cambio, razonar, permanecer concentrados y afrontar nuevos desafíos. Además, permiten tomar decisiones y ejercer el control sobre lo que hacemos.

Una de las funciones ejecutivas es la inhibición. El término inhibition se refiere a la capacidad de controlar la interferencia de estímulos irrelevantes con respecto a la tarea que se está llevando a cabo y de disminuir dicha interferencia para alcanzar de manera funcional el objetivo fijado.

Por lo tanto, la inhibición puede referirse a respuestas predominantes, a respuestas conflictivas o a respuestas en curso. Sin un control inhibidor, todos seríamos víctimas de nuestros impulsos todo el tiempo.

La memoria de trabajo implica mantener la información en mente y la capacidad de procesar, trabajar y manipular la mismas. El modelo multicomponencial de Baddeley e Hitch (1974) prevé la existencia de un sistema atencional supervisor (el sistema ejecutivo central) que controla el flujo informativo y de dos subcomponentes:

• El bucle fonológico: considera la información verbal.
• El cuaderno visuo-espacial: considera la información visuo-espacial.

Ambas subcomponentes se caracterizan por un almacén, o buffer, destinado a la conservación temporal de la pista en forma fonológica-acústica o visuo-espacial, integrado a un sistema de reiteración para la repetición de la pista.

La inhibición y la memoria de trabajo son funciones ejecutivas que están estrechamente relacionados entre sí. Hay que tener claro en mente el objetivo a perseguir para poder conocer lo que es relevante y lo que no lo es para alcanzarlo. Además, es importante mantener la concentración en su objetivo mediante la reducción de todas las interferencias externas y las distracciones. En este artículo, te mostramos cómo mejorar la concentración con las estrategias más efectivas.

El tercer núcleo de las funciones ejecutivas es la flexibilidad cognitiva, es decir, la capacidad de cambiar de perspectiva (espacial o interpersonal). La capacidad de ser flexible y adaptarse a los cambios que se producen en el entorno y que nos permiten cambiar el patrón de comportamiento como resultado de un feedback externo.

Para que esto sea posible, la flexibilidad cognitiva requiere la presencia de las capacidades de inhibición y el mantenimiento de la memoria de la información.

La planificación puede definirse como un conjunto de actividades cognitivas que anticipan y regulan el comportamiento y permiten crear y organizar una secuencia de acciones necesarias para realizar comportamientos orientados a objetivos específicos.

En otras palabras, esta habilidad permite descomponer una acción compleja en una serie de pasos elementales a seguir. A nivel anatómico, la región en la que se desarrolla esta capacidad es la corteza prefrontal.
Esta capacidad desempeña un papel fundamental en la vida cotidiana, para poder realizar eficazmente tanto las acciones más simples como las más complejas.

La planificación es una de las funciones ejecutivas que se desarrolla a lo largo de toda la infancia, crece gradualmente y adquiere importancia, sobre todo durante los años escolares. Participa en la resolución de problemas aritméticos y en la correcta ejecución de todas las tareas que requieren la realización de un objetivo a través de una serie precisa de acciones.

Cada uno de nosotros se enfrenta diariamente a múltiples realidades y situaciones, más o menos conocidas, e interactúa en diferentes contextos de trabajo, sociales y relacionales que requieren la aplicación de comportamientos intencionados y opciones beneficiosas para resolver problemas y para definir y alcanzar objetivos cada vez más complejos.

En efecto, durante el proceso de resolución de un problema, es fundamental para el individuo construir una representación mental del problema y, partiendo de él, prefigurar el camino correcto para resolverlo. Así pues, por toma de decisiones se entienden aquellas funciones ejecutivas vinculadas a la capacidad de decisión y a la capacidad de modular la percepción de la recompensa y del castigo con el fin de realizar opciones ventajosas.

En este artículo encontrarás información sobre los pasos del proceso de toma de decisiones.

La definición de los objetivos no sólo permite tomar el control de nuestras vidas, sino que también proporciona un punto de referencia para determinar si realmente estamos teniendo éxito. El proceso de definición de objetivos es el siguiente:

1. Comienza con una atenta consideración de lo que se quiere conseguir.
2. En el medio, algunos pasajes bien definidos que trascienden las especificaciones de cada objetivo.
3. Termina con el duro trabajo.

Precisamente, es la función ejecutiva que, con su acción sinérgica e integrada, hace posible la representación mental de la tarea, que incluye tanto la información relevante codificada en la memoria como los objetivos futuros que deben alcanzarse.

A la hora de realizar una planificación eficaz, es necesario anticipar y tener en cuenta las consecuencias de una acción sobre las otras. Dentro de las funciones ejecutivas, la anticipación es el proceso de especulación imaginativa sobre el futuro. El cerebro utiliza información como la gravedad, la curvatura y los obstáculos para hacer una predicción.

Entre las funciones ejecutivas encontramos también la organización, es decir, las acciones que realizamos en secuencias jerárquicas para alcanzar metas y objetivos, así como del orden del propio espacio y de los materiales.

Por lo tanto, las funciones ejecutivas se insertan entre aquellos procesos cognitivos definidos superiores, ya que desempeñan un papel fundamental en el comportamiento "inteligente", es decir, adecuado y adaptado a cada situación. En definitiva, las funciones ejecutivas ayudan y condicionan el comportamiento para salir de situaciones complejas.

La fluidez es aquella función ejecutiva que se puede explicar como una capacidad de pensamiento divergente, pero también la capacidad de generar soluciones nuevas y diferentes con respecto a un problema concreto y complejo.

Las funciones ejecutivas se pueden mejorar a través de ciclos de rehabilitación cognitiva, como cualquier función cognitiva. De hecho, tienden a mejorar cuanto más las entrenamos.

Independientemente del enfoque de rehabilitación utilizado, siempre es importante la terapia psicológica y desarrollar una relación con el paciente. El daño cerebral a las funciones ejecutivas puede implicar una reducción de la motivación, problemas comportamentales o anosoagnosia, es decir, incapacidad de reconocer un déficit cognitivo.

Actividades para trabajar funciones ejecutivas

El tratamiento para potenciar las funciones ejecutivas puede basarse en los siguientes aspectos:

• Gestión del tiempo.
• Organización del espacio físico.
• Planificación de las actividades cotidianas.

El terapeuta puede proporcionar situaciones objetivo a dificultades crecientes sobre las cuales elaborar una planificación de actividades hipotéticas, como un desayuno, un programa recreativo o cualquier otro acontecimiento significativo para el paciente.

Otras actividades para trabajar las funciones ejecutivas pueden ser entrenamientos que estimulen indirectamente estos factores

• Trabajar la memoria prospectiva.
• Trabajar las funciones de atención.
• Realizar intervenciones conductuales que reduzcan las acciones disfuncionales.
• En el caso de las personas con discapacidades graves, sería más adecuado proceder a una rehabilitación individual y a realizar actividades en el hogar todos los días.

Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.

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