Características del padre ausente

Un padre ausente desatiende las necesidades de sus hijos o bien no está presente físicamente y, si lo está, no tiene o no quiere tener la empatía suficiente como para acompañar a sus hijos y atenderlos correctamente. De este modo, los hijos necesitan a un padre pero, con el paso del tiempo, comprueban que no pueden acudir a él porque es incapaz de atender a sus hijos/as como realmente necesitan.

Esto, con el tiempo, puede dejar en su interior una profunda herida emocional que condicionará su funcionamiento vital futuro en relación al desarrollo de su confianza con las figuras masculinas y/o de autoridad.

Corroborando el punto anterior, un padre ausente mira hacia otro lado ya que, por motivos en los que no vamos a ahondar en este artículo, no quieren (o pueden) mirar a sus hijos, escucharlos, atenderlos y amarlos.

Por supuesto puede ocurrir como suele, derivado de la mayor parte de carencias emocionales que la mayor parte de la población padecemos, que esta actitud evitativa con respecto a su función de padre sea realizada de modo inconsciente y, a pesar de que pudiese desear ser un buen padre, sus heridas emocionales lo separan y no le permiten atender como debe a sus hijos.

El padre ausente es una persona inmadura cuya paternidad le ha desbordado y ha preferido quedarse acomodado en su situación personal previa al nacimiento de sus hijos. Como tal, puede llegar a tener comportamientos totalmente fuera de lugar dentro del funcionamiento familiar actual, como mantener ritmos de vida propios de su etapa anterior que no respeta los horarios infantiles ni los nuevos modos de conducta esperables en padres como ejemplo de vida para sus hijos.

O bien no son capaces de atender a sus hijos porque son absorbidos y no se permiten reajustar su atención a otras prioridades. Esto suele ocurrir, en muchos casos, con respecto al ámbito laboral, en el que los padres realizan jornadas laborales interminables y apenas pasan tiempo en casa o el que pasan, ya no es posible compartirlo con sus hijos porque ya duermen o porque por cansancio no quieren.

También puede ocurrir, en el caso de los padres inmaduros, que elijan voluntariamente otras prioridades (laborales o de ocio) para evitar pasar tiempo en casa y, con ello, tener que atender a sus hijos.

Consecuencia del punto anterior los padres ausentes, de manera voluntaria o no, pasan poco tiempo con sus hijos y el poco tiempo que están no es de calidad ya que atienden con desgana o están cansados para compartir un buen rato con sus hijos.

Resulta evidente con todo lo dicho que los padres ausentes se trata de personas que no asumen sus responsabilidades como padres y guías, de manera conjunta con la madre de sus hijos. De este modo, no sobrecargan a la madre con toda la responsabilidad de la crianza que, junto con las tareas del hogar y las laborales, si trabaja, acaba por sobresaturarla de un modo que puede acabar provocando conflictos emocionales entre la pareja.

Los padres ausentes no conocen a sus hijos. Son verdaderos desconocidos para ellos. Es así como, ante una posible petición de ayuda de la madre para establecer límites de conducta, o bien ejercen una autoridad rígida e inflexible que desatiende totalmente las necesidades de su hijos y la realidad del momento o es incapaz de clarificar la situación estableciendo los límites más convenientes para cada situación con autoridad sobria.

Tras enumerar las características principales de los padres ausentes resulta sencillo concluir que se trata de personas que, bien no quieren (conscientemente), o son incapaces de asumir su rol de padre. Por diferentes motivos (inmadurez emocional, miedo, no haber elegido la paternidad, exceso de cargas extrafamiliares, etc.) les resulta imposible actuar como padres tal y como deberían.

De este modo, depositan el 100% de la responsabilidad de la crianza en las madres que, si no son ayudadas o sostenidas, pueden acabar sobresaturarse en gran medida por dicha situación. Por otra parte, el que un padre actúe de esta manera no significa que la situación sea irreversible.

Con las desastrosas consecuencias que esto puede generar en los hijos, en la madre, en el mismo y en el conjunto como familia, siempre es posible el cambio hacia una mejora significativa de cualquier desajuste vital. El requisito fundamental para que pueda iniciarse un proceso fructífero de cambio personal en el padre ausente es que él mismo tome conciencia de su situación y anhele cambiarla.

Si te ha resultado interesante este artículo sobre las características del padre ausente, puedes ampliar tus conocimientos con nuestro post Abandono paterno: consecuencias y cómo superarlo.

Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.

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