Crisis de angustia: síntomas, causas y tratamiento
Sentir ansiedad ocasionalmente es normal y saludable, debido a que activa nuestro organismo cuando este se siente en peligro, frente a las adversidades de nuestro día a día. Sin embargo, las personas que sufren un trastorno de ansiedad tienden a padecer excesivas preocupaciones y miedos inexplicables por muchas de estas adversidades normales a las cuales nos enfrentamos. En ocasiones, estos sentimientos de ansiedad y miedo aparecen de repente, con una elevada intensidad, alcanzando un nivel máximo en minutos, apareciendo así el ataque de pánico o crisis de angustia.
Imagina que una persona está sentada en una hamaca bajo el sol y sin ninguna razón aparente, sus piernas empiezan a temblar, le duele el pecho, verbaliza tener miedo a morir o a tener un ataque de corazón, cree que se va a desmayar,… Esta persona está sufriendo un ataque de ansiedad, como lo sufren muchas personas de nuestro entorno. Por este motivo, en este artículo de Psicología-Online, vamos a ayudarte a comprender la crisis de angustia: síntomas, causas y tratamiento.
Las crisis de angustia, también conocidas como ataque de pánico, forman parte de los conocidos Trastornos de Ansiedad. Estos han recibido una especial atención por parte de los investigadores y clínicos, debido al elevado incremento de trastornos de ansiedad en nuestra sociedad.
Crisis de angustia o ansiedad: definición
La crisis de angustia es un episodio de ansiedad aguda de aparición súbita, temporal y aislada de un miedo intenso, de una excesiva preocupación y un elevado malestar psíquico y somático, pudiéndose producir desde un estado relajado o en un estado de ansiedad. El ataque de pánico alcanza su máxima intensidad en minutos, apareciendo en este período de tiempo la sintomatología de la crisis. Esta manifestación produce un elevado malestar y terror a la persona.
Cabe destacar, que el ataque de pánico, en sí, no es trastorno mental. La crisis de angustia puede producirse en el contexto de cualquier trastorno mental, de los trastornos de ansiedad y en algunas afecciones médicas. En tal caso, el ataque de pánico es utilizado como un especificador de dicho trastorno (por ejemplo: ”trastorno depresivo con ataques de pánico”).
Para poder considerarse un trastorno de pánico, debe haber manifestado una historia de crisis de angustia recurrentes e inesperadas. Además, debe aparecer, durante al menos un mes, una preocupación persistente a la aparición de otro ataque o la preocupación por las posibles consecuencias o cambios comportamentales que este pueda producir.
Síntomas de las crisis de angustia o ansiedad
El DSM-V establece que para que pueda considerarse un ataque de pánico deben producirse cuatro (o más) síntomas asociados a su diagnóstico. Síntomas de las crisis de angustia o ansiedad son:
- Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardíaca.
- Sudoración.
- Temblor o sacudidas.
- Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.
- Sensación de ahogo.
- Dolor o molestias en el tórax.
- Náuseas o malestar abdominal.
- Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo.
- Escalofríos o sensación de calor.
- Parestesias: sensación de entumecimiento o de hormigueo.
- Desrealización: sensación de irrealidad.
- Despersonalización: sensación de separarse de uno mismo.
- Miedo a perder el control o de “volverse loco”.
- Miedo a morir.
Este conjunto de síntomas son la sintomatología que se manifiesta durante el ataque de pánico o ansiedad, sin embargo, las crisis angustia también conllevan una inquietud o preocupación continua en el día a día de la persona que lo sufre acerca de la aparición de otros ataques de pánico o de las consecuencias que estos puedan producir, como miedo a perder el control en el ataque o sufrir un infarto durante las crisis. Frente a estos miedos, establecen un conjunto de comportamientos evitativos, destinados a evitar los ataques de pánico, como evitar las situaciones no familiares o el ejercicio.
Causas de las crisis de angustia o ansiedad
En la actualidad, no se han determinado empíricamente la causalidad de los ataques de pánico. Sin embargo, hay determinados factores que pueden influir en la aparición de los trastornos de pánico, del mismo modo que influyen en la aparición de una ansiedad saludable, como:
- La predisposición genética y características familiares.
- Tener una mayor sensibilidad ante el estrés y tener tendencia a tener emociones negativas.
- Un elevado nivel de estrés.
- El propio sistema de creencias.
Otra cuestión relevante, son las causas desencadenantes de las crisis de angustia o ansiedad. Tal y como hemos mencionado previamente, es importante comprender la diferencia entre los ataques de pánico y el trastorno de pánico. Puesto que, según el DSM-IV, para el correcto diagnóstico de los ataques de pánico, es muy importante tener presente el contexto que desencadena dicha crisis. En el trastorno de pánico, el comienzo del ataque debe ser inesperado y repentino, sin la presencia de un desencadenante evidente. El ataque de pánico no está asociado a un factor situacional determinado y hay una excesiva preocupación de que este vuelva a proceder o sobre las consecuencias de este.
Por otro lado, si el ataque de pánico se da en el curso de otro trastorno mental o de otro desencadenante contextual, las causas de las crisis de angustia o ansiedad pueden ser diversas como:
- La aparición de un estímulo determinante produce la manifestación del ataque de pánico (por ejemplo: una persona que tiene fobia a volar y al subir a un avión sufre un ataque de pánico).
- Los ataques son más frecuentes en determinadas situaciones, aunque no se asocien completamente con situaciones concretas (por ejemplo: una persona tiene fobia social y puede manifestar ataques de pánico en distintos contextos sociales como en el cine, centros comerciales,…).
- La aparición de un evento estresante concreto (por ejemplo: la muerte de un familiar).
- Consumo de sustancias o afectaciones médicas.
Tratamiento de las crisis de angustia o ansiedad
Se ha demostrado empíricamente que la terapia más efectiva para el tratamiento de los ataques de pánico, es la terapia cognitivo-conductual. Sin embargo, a veces es más efectiva si se combina con la farmacoterpia, aquí encontrarás el tratamiento farmacológico para los ataques de pánico. A continuación, explicamos cómo está estructurada la terapia cognitivo-conductual para el tratamiento del ataque de pánico:
1. Psicoeducación
El tratamiento de las crisis de angustia o ansiedad empieza con la psicoeducación. El psicólogo explica al paciente cómo funciona el organismo y cómo se desencadenan las crisis de angustia. Componente psicoeducativo es muy importante porque permite comprender a la persona qué es la ansiedad y el pánico.
2. Reestructuración cognitiva
La siguiente técnica en el tratamiento de las crisis de angustia o ansiedad consiste en reestructurar los pensamientos. La técnica de la reestructuración cognitiva, tiene el objetivo de ayudar a la persona a concienciarse de la importancia que tienen las creencias en nosotros, creencias la mayoría de las veces arraigadas desde la infancia, y que, cuando son irracionales, “saltan” en forma de pensamientos automáticos ante cualquier estímulo problemático y nos hacen sentir mal. Son estas creencias irreales o distorsiones cognitivas las que hacen que contemplemos la realidad de una forma u otra, y eso es lo que hará que ante los acontecimientos que nos ocurran reaccionemos con unos sentimientos u otros. De tal modo, la reestructuración cognitiva tiene el objetivo de ayudar a la persona a transformar las creencias irracionales que le causan sufrimiento, por creencias más saludables y adaptativas. ¿Cómo se trabajan estas creencias irracionales?
- En primer lugar, deben hacerse conscientes, por medio de autorregistros,. En ellos se anotan los pensamientos que la persona va teniendo hacerca de la situación determinada a trabajar.
- Se analizan estos pensamientos para detectar a qué idea irracional corresponde cada uno de ellos. Normalmente, una persona suele tener 2-3 creencias irracionales que luego salen en forma de pensamientos automáticos. Observando estos pensamientos, se sacan las principales ideas irracionales que posee la persona. Se analiza también en que medida le afectan, le duelen, haciéndole sacar conclusiones erróneas y muchas veces dolorosas y, por último, se discute la lógica o falta de esta que tienen esas creencias y en qué medida pueden ser sustituidas por otras, más adaptadas a la realidad. Es la fase más importante, más larga y requiere de la ayuda de un terapeuta.
- Una vez identificadas las creencias irracionales, se eligen pensamientos alternativos a los irracionales, es decir, argumentos que se contrapongan a los que normalmente hacen daño a la persona y que sean lógicos y racionales. Puede ser una fase muy extensa, ya que hay que ir probando argumentos, reflexionando sobre el por qué no han servido algunos e ir puliendo todos ellos hasta tener un listado más o menos amplio de argumentos que convencen a la persona y que esta pueda aplicar cuando se encuentre mal.
- En la última fase, hay que llevar a la práctica los argumentos racionales elegidos. Esto implica una insistencia, ya que la persona está muy habituada a pensar de forma ilógica y los argumentos irracionales saltarán de forma automática, sin que se de casi cuenta. De modo que, debe insistirse una y otra vez con los argumentos racionales.
3. Exposición
Una parte fundamental del tratamiento de las crisis de angustia o ansiedad es la exposición a los estímulos externos, internos o ambos (exposición a los estímulos temidos). La exposición es una técnica de la terapia cognitivo-conductual para la ansiedad. Es eficaz para hacer frente a las conductas de evitación características de ansiedad y fobias. Se basa en la exposición repetida de la persona al estímulo temido y tiene como objetivo impedir que la evitación se convierta en una señal de seguridad. De modo que, la técnica de exposición consiste en hacer que la persona se enfrente al objeto o situación temida, tratando de evitar las conductas evitativas a ellos. Esta técnica puede reproducirse directamente con el estímulo externo, es decir “in vivo” (por ejemplo: acompañar a la persona a una plaza donde hay mucha gente, si tiene fobia social) o en imaginación, imaginando el objeto temido, describiéndolo, incluso añadiendo olores si es preciso, con el objetivo de hacerlo lo más real posible (por ejemplo: imagino que estoy dentro de un avión y que va a despegar, si tengo miedo a los aviones).
La eficacia de la exposición ha producido un importante avance en las técnicas utilizadas para su elaboración, siendo muy frecuente el uso de la realidad virtual para el tratamiento en exposición.
La duración de la técnica puede ser de larga duración (2h), siendo esta la opción más eficaz, ya que permite la habituación de la persona y no la sensibilización. La de corta duración (30 minutos), por tanto, debe ser repetida y prolongada. Por otra parte, también será más efectivo que el intervalo entre sesiones sea lo más corto posible y bloquear el intento de conductas de fuga o evitación.
4. Técnicas de gestión de la ansiedad
En el tratamiento de las crisis de angustia o ansiedad, también son importantes las técnicas de manejo de la ansiedad, como la respiración diafragmática o la relajación y el entrenamiento en habilidades de afrontamiento.
Como cabe esperar, las técnicas de exposición, así como la reestructuración cognitiva o el contacto con la conciencia de la enfermedad, a través de la psicoeducación, que se está padeciendo, produce que puedan aparecer elevados niveles de ansiedad y preocupaciones al respecto. Frente a ello, es de especial relevancia que el psicoterapeuta ofrezca herramientas para reducir la ansiedad, como la respiración diafragmática o técnicas de relajación y que la persona se entrene en habilidades de afrontamiento para que pueda manejar la exposición a la ansiedad cuando el terapeuta no esté presente.
Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.
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