Qué son los sentimientos encontrados y cómo afrontarlos
Un chico podría querer comer dulces, pero con miedo a engordar; un fumador tiene el deseo de encenderse un cigarrillo, seguido al mismo tiempo por el conocimiento de que fumar hace mal. Las situaciones que pueden hacer surgir sentimientos contradictorios son numerosas; fases en las que la coexistencia de emociones positivas y negativas, dirigidas simultáneamente al mismo objeto, pueden determinar una ambivalencia emocional, es decir, hacernos experimentar, al mismo tiempo, amor y odio.
Es una experiencia común dada la complejidad de la sociedad en la que vivimos, que contribuye a dar forma a nuestras relaciones ambivalentes. Con este artículo de Psicología-Online vamos a tratar de explicar qué son los sentimientos encontrados y cómo afrontarlos.
Por qué tenemos sentimientos encontrados
Para decirlo con las palabras de K. Lewin, puede ocurrir que dos fuerzas psíquicas de intensidad más o menos igual que están presentes simultáneamente en un sujeto no se refieran a dos situaciones (o actividades, o objetos, o personas) diferentes, sino la misma situación, la cual asume a sus ojos, en algunos aspectos, una valoración positiva, y en otros, una negativa: una doble valencia, tal como indica el término "ambivalencia", utilizado para indicar este tipo específico de conflicto.
Las formas más difundidas de la ambivalencia afectiva se manifiestan como amor y odio hacia la persona amada y las actividades predilectas, así como necesidad contemporánea de construir y destruir, de comprometerse y de sustraerse a las diversas empresas de la vida. La ambivalencia afectiva sólo se puede reducir esquemáticamente a una coexistencia o una rápida alternancia de amor y odio, pero en realidad la componen toda una gama de sentimientos y actitudes:
- Por un lado hay afectos positivos hacia el objeto como cuidado, preocupación, admiración, orgullo, placer, ternura, dulzura, afecto, etc.;
- Por otro lado, los afectos negativos como la incuria, el desprecio, el resentimiento, la ira, la maldad, el deseo de venganza y de infligir dolor.
Qué significa tener sentimientos encontrados
Por lo tanto, si queremos interpretar y entender los sentimientos opuestos e interdependientes que se sienten, debemos hacer referencia al concepto de ambivalencia. Los diccionarios definen la ambivalencia afectiva como la "coexistencia en una persona de actitudes emocionales de amor y odio u otros sentimientos opuestos dirigidos al mismo objeto o situación". Esta paradoja coexistencia, además de no ser cooperativa, es fuertemente conflictiva porque, como escribía Freud (1926), quien es sujeto de ella "experimenta un amor bien fundado y un odio no tan justificado hacia una misma persona".
El concepto de ambivalencia fue utilizado por primera vez por E. Bleuler (1910) para indicar aquellas situaciones de la vida psíquica en las que los sentimientos opuestos y de igual fuerza conviven sin que se pueda hacer una elección entre unos y otros. El concepto se utiliza no sólo para examinar situaciones patológicas, sino también para dar cuenta de un gran número de aspectos de la vida psicológica "normal". En efecto, gran parte de las experiencias psíquicas no sólo se caracterizan por exigencias contrapuestas, ninguna de las cuales puede prevalecer sobre las otras, si no al precio de graves pérdidas.
Cómo afrontar los sentimientos encontrados
Vivir una fuerte condición de ambivalencia puede llevar a la frustración, confusión, incertidumbre e indecisión, hasta el momento de la angustia, condimentada por terribles remordimientos y sentimientos de culpa. En estas dramáticas condiciones, quien está afligido por ella huye inconscientemente de la emoción ambivalente de la única manera posible: reprimiendo la parte negativa de ella.
Un ejemplo es la relación de pareja: el amor es el sentimiento más hermoso que existe, una verdadera rampa de lanzamiento para la felicidad; sin embargo, ¿cuántos novios, cónyuges, compañeros, amigos viven una profunda condición sentimental conflictiva sin poder salir de ella por miedo a sufrir y/o hacer sufrir al otro? Cierto grado de ambivalencia, como hemos visto, es normal, y lo es también en amor; pero se vuelve patológica si la persistencia de ella llega a condicionar la expresión de la relación.
- Para salir de esta situación que confunde y paraliza, es importante detenerse y analizar todo con lucidez para comprender cuál es el camino a elegir y recuperar la serenidad. La mejor manera de gestionar la ambivalencia es, de hecho, observarla, conocerla y comprenderla.
- Hay que aceptar las dudas, los temores, los sentimientos negativos que de vez en cuando surgen sin dramatizar o tomarlos como la verdad última sobre la relación pero solo como una indicación de cómo nos sentimos con nuestro compañero en un momento dado. Las emociones son por naturaleza cambiantes, van y vienen, pero pueden ser una ayuda valiosa si podemos descifrar su mensaje.
- A veces, sin embargo, la introspección puede no ser suficiente, sobre todo cuando se trata de resolver un problema de ambivalencia arraigada; en casos como este es más adecuada la psicoterapia.
Otro ejemplo es el del embarazo, que se presenta como una época de crisis transicional donde surgen conflictos entre la nueva vida y la vida pasada, el papel social y laboral alcanzado y lo que se desplegará, entre alegrías y temores, en los que los protagonistas de la vida mental son múltiples. En efecto, toda gestación, aunque muy deseada y con un curso sin complicaciones, puede suscitar sentimientos contradictorios. Planear tener un hijo, imaginar qué papel desempeñará y qué cambios aportará en nuestra vida son momentos importantes: el "niño imaginario" contiene aspectos de deseos, temores, fantasías, temores, expectativas y precede y facilita el encuentro con el niño real. El niño ya visto, pensado, imaginado con los ojos de la fantasía, preestablecido, ayuda a la madre a sumergirse en el papel y a "pre-conocer" al niño, acogiéndolo dentro de sí.
Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.
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