Cómo detectar la inmadurez emocional

La madurez emocional no tiene nada que ver con la edad de los padres. De hecho, es posible que algunas personas alcancen niveles de madurez superiores a los de sus padres incluso antes de llegar a la pubertad. La inmadurez emocional consiste en la incapacidad de "tolerar" y es mucho más común de lo que se piensa.

Las personas emocionalmente inmaduras tienen dificultades para tolerar sus emociones y se sienten tan incómodas con ellas que tienden a expresarse de forma agresiva o a encerrarse completamente en sí mismas. Por ejemplo, un padre puede ser emocionalmente inmaduro si grita a su hijo cuando sus emociones o pensamientos son opuestos a los suyos, o bien un amigo que no quiere volver a hablarnos después de una pelea que ha generado él mismo. Este comportamiento a menudo proviene de la incapacidad de observar la incomodidad de la otra persona y de tolerar la simple existencia de emociones diferentes. Los puntos de vista ajenos pueden parecer amenazadores y el miedo genera intolerancia.

No obstante, la inmadurez emocional no es una etiqueta diagnóstica, por lo que una persona no puede ser diagnosticada "emocionalmente inmadura". A pesar de ello, hay muchos comportamientos que caracterizan a las personas con inmadurez emocional y nos pueden ayudar a detectarlas.

Para poder estar a solas con uno/a mismo/a es necesario tolerar la aparición de todo tipo de emociones, especialmente cuando son negativas. Por ello, las personas con inmadurez emocional tienen grandes dificultades para pasar tiempo solas, ya que solo las personas emocionalmente maduras son capaces de aceptar conscientemente la presencia de los estados de ánimo negativos.

De este modo, la persona emocionalmente inmadura sentirá la necesidad de relacionarse continuamente con los demás para evitar encontrarse sola ante sentimientos como, por ejemplo, la rabia, el miedo, la envidia o la vergüenza.

No todas las personas pueden afirmar haber tenido una infancia completamente alegre y tranquilizadora. Incluso con las mejores intenciones de los padres, el desarrollo de los niños no siempre puede permanecer libre de dificultades y frustraciones.

Por lo tanto, si tenemos dificultades para acceder a los recuerdos de nuestra infancia, tal vez deberíamos preguntarnos en primer lugar cuánto queda por reelaborar emocionalmente en relación con todo lo que hemos vivido en el primer período de nuestra vida.

Cuando se establece una conversación con personas con inmadurez emocional es fácil darse cuenta de que este tipo de personas carecen de una conciencia adecuada sobre lo que significan los cambios en sus estados de ánimo. Todo les parece nuevo, como si las emociones vinculadas a sus vivencias nunca les pertenecieran realmente.

La persona con problemas para manejar sus emociones puede tener dificultades para entrar en un estado de mal humor, por lo que, a simple vista, es posible que se muestre como alguien feliz y alegre que tiende a afirmar que todo va bien en su vida.

En el ámbito laboral, relacional, familiar, así como en las ambiciones personales, todo se describe como óptimo y libre de problemas. Esto se debe a la falta de recursos adecuados para lidiar con estados de ánimo difíciles de manejar, como por ejemplo sentimientos de ira, dolor por alguna pérdida o inseguridad.

Cuando las personas con inmadurez emocional se involucran en una conversación que amenaza su equilibrio emocional, suelen interrumpir la confrontación bruscamente y considerarla insignificante e inútil. Se limitan principalmente a aferrarse a alguna creencia firme, generalmente errónea, como por ejemplo el hecho de que muchos de los problemas de las personas son por "pensar demasiado".

De este modo, estas personas evitan entrar en el fondo de la cuestión y exponerse a la posibilidad de tener que visibilizar sus emociones y estados de ánimo.

Las personas emocionalmente inmaduras no son capaces de expresar sus emociones y sus reacciones siempre son exageradas. Si se enfadan, por ejemplo, pueden llegar a levantar la voz y ser muy groseras. Por otra parte, las prioridades de este tipo de personas suelen estar relacionadas con la diversión, es decir todo lo que no tenga que ver con las responsabilidades, como lo son la familia o el trabajo.

Por lo tanto, las personas inmaduras emocionalmente son muy impulsivas, especialmente cuando tienen que gestionar su propio dinero. Como no son capaces de evaluar objetivamente ciertas situaciones, suelen comprar todo lo que necesitan sin tener en cuenta los gastos o consecuencias de sus actos.

Evitar las responsabilidades es la única manera de que este tipo de personas adquirieran esa seguridad que en realidad no tienen. Por este motivo, no es de extrañar que las personas emocionalmente inmaduras tengan miedo a comprometerse, no solo con su pareja, sino con todo tipo de compromiso, como por ejemplo buscar trabajo o comprar una casa.

Las personas con inmadurez emocional no entienden lo importante que es tomar decisiones de este tipo y consideran el compromiso como algo limitante, en vez de un factor necesario para lograr objetivos importantes.

Las personas emocionalmente inmaduras son incapaces de reconocer y comprender las emociones de los demás y utilizan estereotipos para definir el comportamiento de quienes les rodean. De esta forma, son incapaces de ponerse en la piel de los demás y comprender cuando una persona está en dificultades.

Si quieres saber más acerca de este tema, en el siguiente artículo encontrarás Cómo practicar la empatía en mi vida.

Otra característica de las personas emocionalmente inmaduras es que se creen el centro del universo. Son personas egocéntricas que piensan que el mundo gira a su alrededor y que basta con pedirlo para que un deseo suyo sea satisfecho. De hecho, tienen dificultades para comprender el punto de vista de las otras personas o cualquier aspecto que vaya más allá de sus necesidades y beneficios.

Por lo tanto, su atención se centra solo en lo que es mejor para ellos/as y no resultará nada fácil hacerles cambiar de punto de vista. Además, a menudo se muestran como individuos caprichosos al manifestar de manera prepotente su punto de vista

Las personas con poca madurez emocional huyen de conversaciones que van más allá de la superficialidad y se sienten incómodos/s al hablar sobre sus emociones o cualquier cosa que implique reflexión e introspección.

A su vez, tratan de enterrar todos los sentimientos negativos y prefieren evitar lo que produce sufrimiento en vez de tratar de trabajar en sus conflictos personales. Con el tiempo, esto puede desencadenar dolorosas consecuencias emocionales.

Es bastante común que las personas emocionalmente inmaduras muestren un comportamiento defensivo. Por este motivo, cuando se presenta un conflicto pueden negar fácilmente la responsabilidad, defender meticulosamente cada una de sus acciones y mentir sobre cualquier implicación o responsabilidad en situaciones en las que se vean involucrados/as, hasta el punto de ofender a la otra persona con el fin de intimidarla.

Es importante comentar que hay una gran diferencia entre intentar explicarse para mostrar el propio punto de vista y defenderse para tener la razón a toda costa, ya que este es un comportamiento manipulador que pretende generar en la otra persona un sentimiento de vergüenza o culpa.

Las personas emocionalmente inmaduras suelen ser muy dependientes. Con frecuencia, siguen dependiendo de sus padres aunque hayan alcanzado cierta edad porque no han adquirido la capacidad de aceptar que tienen responsabilidades y que los demás no son un medio para alcanzar sus objetivos. En cierto sentido, necesitan a los demás, pero no por amor, sino por necesidad.

De este modo, las personas emocionalmente inmaduras tienen relaciones de dependencia de los demás para sentirse seguras y muestran una especie de incomodidad al estar solas. En sus relaciones, las parejas o amistades son solo un medio para evitar sus pensamientos y emociones en momentos de soledad.

Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.

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