Psicología cognitiva

Distorsión de la realidad en psicología: qué es, ejemplos y cómo evitarla

Distorsión de la realidad en psicología: qué es, ejemplos y cómo evitarla

En nuestra vida cotidiana, nos encontramos más de una vez con situaciones que nos causan malestar y aflicción. En la mayoría de ellas percibimos la realidad tal como es, pero hay otras en que las cosas no son como a nosotros nos parece. Los hechos son como son y representan una realidad concreta, pero las causas y los efectos que les atribuimos pueden no ser ciertos, resultando así una versión distorsionada de la misma, y esto hace que las emociones negativas que sentimos en tales situaciones no estén justificadas y nos infrinjan un sufrimiento inútil.

En este artículo de Psicología-Online veremos qué es la distorsión de la realidad con ejemplos y explicamos cómo evitarla.

Qué es la distorsión de la realidad

La cuestión es importante porque nuestro comportamiento depende de la idea que nos hemos formado de la situación, y si ésta no es la correcta, puede dar lugar a consecuencias no deseadas e injustificadas: frustraciones, conflictos personales, desengaños, conductas inapropiadas, recelos o malentendidos, que podrían evitarse si en su lugar contemplásemos la auténtica versión.

Todos construimos de forma consciente o inconsciente una representación mental de cualquier suceso que observamos, ya sea como sujetos del mismo o como testigos. La cuestión se centra en averiguar si esta representación coincide con la verdadera y así llegar al convencimiento de que la aflicción y preocupación que nos provoca están justificadas, pues si no lo están, estaríamos ante un sufrimiento innecesario e infructuoso.

Las representaciones mentales son fruto de nuestra percepción de los hechos, no de los propios hechos en sí. Esto explica que existan ocasiones en que sólo nosotros “vemos” el conflicto donde otras personas no lo ven (debido a los complejos, vergüenzas, prejuicios,…), pues tenemos una fuerte predisposición a tomar como referencia verdadera la concepción que tenemos de nosotros mismos y del mundo para explicar los acontecimientos que suceden.

Ejemplos de distorsión de la realidad psicología

Por ejemplo: “me han despedido por que soy incompetente, ya no lograré ningún empleo más”; cuando realmente la causa ha sido por los problemas económicos de la empresa.

Otro ejemplo de ello es el caso expuesto por Sigmund Freud de una mujer que padecía un delirio de celopatía y estaba convencida de que su marido la engañaba, y por ello le recriminaba su infidelidad. Ciertamente, su esposo jamás la había engañado. Esa mujer estaba comportándose no de acuerdo con la realidad externa, sino de acuerdo con su realidad psíquica, estaba convencida de que su realidad interna era la verdadera y auténtica realidad.

Con esta premisa, cuando sentimos una alteración emocional provocada por un suceso concreto, deberíamos preguntarnos: ¿cuál es la naturaleza del suceso que me está afectando, es real o es una creación de mi mente? Para obtener una respuesta es aconsejable primero determinar qué es lo que debemos considerar como “la realidad”.

Qué es la realidad

El punto de vista objetivo señala que la realidad es aquello que existe y se desarrolla, contiene en sí mismo su propia esencia y sus propias leyes, así como los resultados de su propia acción y crecimiento. Sin embargo, desde la psicología, el constructivismo defiende todas aquellas teorías que no consideran a los seres humanos como receptores pasivos de experiencias y aprendizajes, sino como constructores activos de su realidad y experiencias, es decir, que esa realidad no depende de lo que está afuera de nosotros, sino de cómo vemos eso que está fuera.

Por su parte, la ciencia nos dice que las cosas reales tienen propiedades independientes de las que la mente humana les atribuye, así, todo lo que nos rodea, todo lo que hay en la Naturaleza (animales, vegetales y minerales) es incoloro, inodoro e insípido, y es el ser humano el que, a través de sus sentidos, le da color, sabor y olor a las cosas gracias a que tiene la capacidad de manipular sus representaciones internas del mundo.

Por tanto, podemos concluir que existen dos tipos de realidad: una física e independiente del observador y otra “psicológica” que genera cada persona a partir de ella, asignándole una interpretación y un significado concreto. En el primer caso, los hechos ocurridos constituirían un suceso, mientras que en el segundo formarían una vivencia, esto es, se establece una distinción entre lo que ocurre y la forma en que la persona lo vive.

Cómo se crea la representación mental

En la representación mental de un suceso intervienen varios factores, unos relacionados con el contexto y las circunstancias en que éste se produce, y otros con las características de la persona que los vive. Todos estos factores son acogidos y organizados mediante diversos procesos mentales resultantes de una estrategia evolutiva en el ser humano dirigida a la supervivencia, que le permite conformar una realidad del mundo exterior y de sí mismo como parte integrante de él.

Desde un punto de vista psicológico, cada persona añade a la percepción que tiene del suceso una interpretación y un significado, construyendo una representación del mismo, mediante los diversos mecanismos mentales que tiene a su disposición. Entre estos mecanismos, los más relevantes son: la percepción sensorial de la información recibida del suceso y la interpretación de la misma mediante el proceso de razonamiento que le atribuye un significado a ésta. Ambos tienen una gran influencia sobre la forma de “entender” y “explicar” nuestro mundo y, en consecuencia, en nuestra conducta.

La percepción sensorial de la información

Para construir la representación de un suceso la mente recurre a su capacidad sensorial y capta los elementos que intervienen en él, prestando atención a aquéllos que considera más relevantes. La atención es el elemento más importante de la percepción, pues los acontecimientos presentan muchos aspectos y no es posible fijarnos en todos. Cuanto más idónea en cantidad y veracidad sea la información percibida, mayor será el acercamiento de nuestra realidad subjetiva a la objetiva.

La interpretación

Se realiza mediante un proceso de razonamiento que interpreta y asigna un significado a los hechos percibidos y, además, les da una valoración dependiendo de:

  • El contexto en que tengan lugar (familiar, económico, social, laboral, religioso).
  • Las circunstancias ambientales.
  • Los factores personales que le son inherentes (personalidad, sensibilidad emocional, autoestima,…).

La mente reúne la información sensorial percibida, la evalúa y organiza, tomando como referencia la información almacenada en la memoria (conocimientos, recuerdos, creencias, vivencias pasadas, motivaciones, expectativas) y utilizando para ello diversos operadores cognitivos (lógico, semántico, inductivo, deductivo, comparativo). En virtud del resultado de la evaluación y posterior valoración de las consecuencias del suceso, emergerán una serie de emociones aflictivas en mayor o menor intensidad (miedo, ira, tristeza, angustia, odio,…).

Hay que tener en cuenta que los hechos no tienen ninguna valoración por sí mismos, no son intrínsecamente buenos ni malos, en este sentido son neutros, y es cada persona quien, atendiendo a lo que percibe de ellos y cómo los interpreta, les asigna un significado y una valoración según su sistema de valores. Pero hay ocasiones en que el proceso de razonamiento puede dar como resultado varias opciones, de las que tenemos que elegir una, y para decidirnos necesitamos llegar a la convicción de que hemos escogido la verdadera. La fuente de convicción más potente es la información sensorial, pues nuestras sensaciones físicas son el criterio más fiable que tenemos de la realidad (es el mecanismo natural generado por la evolución), así por ejemplo, si nos dicen que el tazón de caldo está caliente, nuestra información es verbal y podríamos dudar de ella, pero si bebemos y nos quemamos, la certeza será total. Igualmente, si nos dicen que han visto a nuestra pareja con alguien, podemos dudar, pero no si “lo hemos visto con nuestros propios ojos”.

Causas de la distorsión de la realidad

Aunque intervienen varios factores, los más relevantes tienen que ver con la forma en que procesamos la información para crear nuestra propia versión de los acontecimientos, y lo que interesa averiguar es qué factores intervienen y cómo lo hacen. Para ello aconsejable responder a estas preguntas:

  • ¿Puedo asegurar que los hechos que percibo son veraces y suficientes para elaborar una idea acertada de la situación? Si la información es insuficiente, errónea o sesgada, puede provocar el error en la interpretación
  • ¿A la hora de interpretarlos, estoy influenciado por aspectos personales ajenos a la situación que me impiden tener una visión fiel de la misma y juzgarla con ecuanimidad?

Hay que tener presente que la interpretación de un suceso sigue habitualmente los intereses de la persona que lo observa, ésta optará normalmente por aquella interpretación que mejor consolide y confirme sus ideas sobre sí mismo y sobre la realidad que tiene inscritos en sus patrones mentales. El sesgo de confirmación es uno de los más influyentes, y en este sentido, los psicólogos Norbert y Ross (1980) afirman:

“La gente tiende a buscar, recordar e interpretar los datos de modo que sustenten sus propias creencias”.

Una guía excelente para saber si estamos influenciados por aspectos personales inapropiados al interpretar los sucesos, es centrarse en las conocidas distorsiones cognitivas del psicólogo Aaron Beck, que las define como “maneras equivocadas de pensar que aparecen en forma de pensamientos automáticos (productos cognitivos) ante determinadas situaciones, y que provocan estados emocionales negativos y conductas inapropiadas”. Las distorsiones actúan como una especie de “fuerzas psicológicas” que se introducen en nuestros pensamientos. Debido a ellas, malinterpretamos los hechos y generamos múltiples situaciones perturbadoras y conflictivas. Entre estas distorsiones están:

  • Prestar atención a un solo aspecto o detalle de la situación. Los aspectos positivos se suelen ignorar, dando más importancia a los aspectos negativos.
  • Valorar los acontecimientos de forma extrema: bueno/malo, blanco/negro, todo/nada, etc.
  • Sacar conclusiones de una situación que no están apoyadas por los hechos, incluso cuando la evidencia es contraria a la conclusión.
  • Extraer sin base suficiente una conclusión general de un hecho particular.
  • Tendencia a exagerar lo negativo de una situación (un suceso o una cualidad propia) y a minimizar lo positivo.
  • Tener la costumbre de relacionar los hechos del entorno con uno mismo, mostrándose susceptible.
  • Adelantar acontecimientos y, de entre las distintas opciones, pensar que siempre va a ocurrir lo peor.
  • Mantener reglas rígidas y exigentes sobre cómo deben suceder las cosas.
  • Poner etiquetas globales a nosotros mismos o a los demás sin tener en cuenta otros matices.
  • Atribuirse a uno mismo o a los demás toda responsabilidad de los acontecimientos, ignorando otros factores que contribuyen a los mismos.

Lo interesante de este planteamiento es que si pudiésemos eliminar de nuestra mente los factores distorsionantes, lograríamos crear una representación mental que coincida o se aproxime a la auténtica realidad. Esto nos evitaría las consecuencias perjudiciales que originan, por ejemplo: sentirnos culpables o avergonzados por una actuación concreta sin que haya razones para ello, sentirnos frustrados por algo que creemos ha salido mal, o causar un malentendido que genere un conflicto con otra persona. No obstante, es importante tener en cuenta que estas distorsiones no son fáciles de detectar y controlar, pues están muy afianzadas en el inconsciente de la persona.

Cómo evitar la distorsión de la realidad

Es obvio que no podemos cambiar los hechos ya ocurridos (las leyes de la Naturaleza no nos permiten volver atrás en el tiempo), y las situaciones creadas por ellos son también difíciles de corregir, por lo que empeñarnos en cambiarlas conduce muchas veces a la frustración y el desengaño. Pero sí podemos cambiar la forma de ver las cosas, sustituyendo los factores psicológicos que han dado lugar a la versión actual perturbadora por otros que sean adecuados para construir una vivencia de la situación más objetiva, que elimine la perturbación y el malestar asociado.

Desde el punto de vista fisiológico esto es posible porque nuestro cerebro está dotado de la capacidad para adaptarse a las circunstancias del entono mediante el mecanismo de la plasticidad neuronal (capacidad que tiene la estructura cerebral para modificarse con el aprendizaje). La plasticidad neuronal nos permite cambiar las rutas de procesamiento, y con ello, la forma de interpretar los acontecimientos, de calificarlos, de atribuir responsabilidades y culpas, etc., lo que puede abrirnos el camino a otra forma de “vivirlos” menos desagradable.

Si contemplásemos desde otras perspectivas el concepto que tenemos de nosotros mismos, la relación con nuestro entorno vital, con los hijos, pareja, amigos y compañeros, puede que las situaciones que consideramos problemáticas dejarían de serlo.

La solución para conseguirlo está en nuestras manos, y si lo logramos, las vivencias de los sucesos de nuestra vida cotidiana serán menos perturbadoras y más gratificantes, y harán nuestra vida más placentera.

Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.

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Bibliografía
  • Beck, A. T., Rush, A. J., Shaw, B. F., & Emery, G. (1983). Terapia cognitiva de la depresión. Brouwer.
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4 comentarios
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Ignacia
Excelente artículo, gracias.
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Yara
Me encanta esta página.
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luis
me ayudo mucho en mi tarea :D
Richard Cedeño
No tengo ninguno, me gusta la página y sus mensajes. Quisiera recibir mensajes.
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