Las etapas de la depresión y sus características

La depresión se origina a partir de un suceso que en la vida de una persona. En líneas generales, deberían existir antecedentes previos tales como factores genéticos y ambientales que den lugar a la enfermedad para que se visibilice. Por esta razón, es importante prestar atención a la historia de vida del paciente y a las contingencias que se presenten en el momento puntual que aparece el hecho desencadenante.

Como efectos secundarios, esta situación conlleva a sentimientos profundos de tristeza, desesperanza y una marcada falta de interés por llevar a cabo actividades de la vida cotidiana.

La persona que entra en esta fase suele modificar sus creencias acerca de sí misma, del mundo y del futuro por una perspectiva negativa de los hechos. Por esta razón, la forma de interpretar la realidad variará considerablemente en comparación a los momentos previos al inicio de la depresión.

Durante esta etapa, se acentúan las ideas de desvalorización propias y ajenas, dando como resultado una visión peyorativa de las acciones que se lleven a cabo. La modificación de creencias tiene como causa un incremento de los sentimientos de inferioridad y baja autoestima.

La depresión propiamente dicha se corresponde con la detección de los síntomas típicos que figuran en un cuadro depresivo habitual. Según el DSM-V, la depresión como entidad clínica posee una serie de criterios diagnósticos que permiten arribar a un diagnóstico acertado. A continuación, situaremos los más relevantes:

• Sensación de vacío permanente.
• Falta de interés y placer por actividades.
• Pérdida o aumento de peso corporal.
• Pérdida o aumento de apetito.
• Desregulaciones del sueño.
• Enlentecimiento.
• Fatiga.
• Sentimiento de culpa exacerbado.
• Falta de concentración y atención.
• Deterioro de las relaciones sociales, laborales y familiares.
• Los síntomas no pueden ser explicados a partir de la ingesta de sustancias tóxicas y/o medicamentos psiquiátricos.

Por otro lado, la depresión conlleva a una pérdida de interés por los sucesos del mundo. Dicho de otra manera, esto significa que la energía mental que antes estaba disponible y se ubicaba en diferentes ámbitos de la vida cotidiana se retrae para la persona propia. Por esta razón, este trastorno se lleva una gran parte de la vitalidad de la persona.

Como resultados de esta etapa, surgen inhibiciones marcadas para realizar acciones específicas en varios ámbitos tales como el trabajo, el estudio y los hobbies. Asimismo, se produce un alejamiento del mundo exterior y surge una necesidad de aislarse.

La depresión puede ser sostenida en el tiempo a partir de ciertos factores que contribuyen a la persistencia de los síntomas más característicos. En este apartado, desarrollaremos los principales:

• Estrés: la durabilidad excesiva de grandes niveles de estrés está asociada con el mantenimiento de la depresión. Por esta razón, es pertinente hacer hincapié en evaluar las condiciones clínicas de cada persona.
• Dificultades interpersonales: tal como hemos señalado, la depresión trae como efecto el distanciamiento de la persona de su entorno más cercano. En algunos casos, esta señal está determinada por conflictos interpersonales que dificultad la remisión de los síntomas.
• Creencias disfuncionales: los pensamientos negativos juegan un papel fundamental en el mantenimiento temporal de la depresión. Cuando esto ocurre, la persona que padece esta condición suele anteponer cierta resistencia a los cambios positivos ya que no puede ver un futuro óptimo para el desarrollo de su vida.

En este artículo, te explicamos Qué hacer ante una recaída por depresión.

Este artículo es meramente informativo, en Psicología-Online no tenemos facultad para hacer un diagnóstico ni recomendar un tratamiento. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.

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